El paisaje y su toponimia desde el mirador del castillo
Viniendo por la carretera que pasa por la Ermita de Santa Eulalia se divisa el pintoresco pueblo de Aledo, sobre el resalte calcáreo, en cuyo extremo está la torre del Homenaje de su castillo. Se recomienda empezar el recorrido geológico visitando el mirador del castillo de Aledo. En él se observa en su conjunto la geodiversidad del entorno, lo que permite una explicación global y ayuda a introducirnos en el descubrimiento de este universo geológico que la Naturaleza nos ofrece.
De izquierda a derecha se divisan los siguientes relieves: La Sierrecica, que forma una mesa típica coronada por rocas duras, calcarenitas; el Monte Villar, también denominado Cabezo de Cimbra, originado por un pliegue antiforme cuyo eje tiene una dirección e inclinación hacia el noreste; al fondo la sierra de La Tercia, separada del anterior por la rambla de Lébor. En el centro del paisaje existe una depresión margosa donde se sitúa la pedanía abandonada de Carivete, depresión mayoritariamente cultivada por parrales que dan la excepcional uva de Aledo. También se pueden observar fenómenos de abarrancamientos que parten de la Rambla de Los Molinos y continúan a ambos lados de La Sierrecica. Hacia el norte se puede apreciar el parque regional de Sierra Espuña, de la cual parte uno de los mejores glacis de la región, el Llano de la Cabras. Bajo nuestro pies existen numerosas terrazas de cultivo abandonadas, donde hay que estar atentos pues, muy comúnmente, por ellas deambulan los arruis, y siempre es gratificante observarlos.
Dejamos para el final el cerro denominado Cabezo del Molino, al oeste, que forma un relieve en cuesta hacia el noroeste y que está separado del cerro del castillo por la rambla de Los Molinos. Un magnífico ejemplo de paisaje en cuesta que desgraciadamente en el año 2007 sucumbió a la vorágine constructiva que causó un enorme impacto visual en este paisaje y una pérdida cultural irrepetible. Para avalar esta afirmación se transcribe a continuación un manifiesto que en su día el geólogo Francisco Guillén Mondéjar, coautor de la descripción de este Lugar de Interés Geológico, hizo público para denunciar este desmán y que tituló Gracias Cabezo del Molino de Aledo por haberme enseñado a leer tus piedras:
«Permítanme que públicamente de las gracias a la Gea. En Aledo allá por 1991-94, hice mi tesis doctoral. En el Cabezo del Molino, cerca del pueblo, levante una de tantas series estratigráficas, ese cabezo me sirvió para explicar la historia geológica de la cuenca terciaria de Lorca; fue un delta de un río que erosionaba Sierra Espuña hace 10 millones de años. En él, en su ladera este, había un ejemplo de cambio de facies entre el delta y el mar, único en Murcia. También aquí se encontraban arrecifes de coral, ostras y otros fósiles, que evocaban un clima tropical con costas y paisajes paradisíacos. Recuerdo con agrado cuando deambulaba por sus laderas con mis compañeros de departamento, y almorzábamos el bocadillo de boquerones en vinagre que mi madre me había preparado, descansando y deleitándonos con las bonitas vistas. O cuando iba con mi novia, mi actual mujer, a cartografiar y nos quedándonos a ver anochecer. O cuando enseñaba su geología a mis colegas alemanes, aquí muchos de ellos hicieron sus trabajos de fin de carrera y doctorados.
Desde entonces siempre llevo a mis alumnos de Biología y, a veces, también a profesores y alumnos de otras universidades españolas. Allí hacen sus cartografías geológicas e interpretan el origen del Cabezo del Molino. Además ven otros lugares de interés geológico como el estrecho de la Algualeja, la cueva de la Mauta, los corales que sostienen la torre del Homenaje de Aledo. Desde el castillo de Aledo divisan una panorámica magnífica de la geodiversidad de la zona y deducen la historia geológica de la Cuenca de Lorca y del Valle del Guadalentín. Por último, intento hacerlos divulgadores de la ciencia, enseñándoles a valorar este rico Patrimonio Geológico y su utilidad para el turismo y la educación.
Desgraciadamente, hace unas semanas y como todos los años, volví a Aledo con mis alumnos y quedé desilusionado, decaído y triste al comprobar que el Cabezo del Molino está siendo aterrazado. Que el delta al que tanto le debo, pues gracias a él soy doctor, gracias a él les llevo el pan de cada día a mis hijos, está desapareciendo. Y lo que es más grave, una parte de ese libro pétreo que la Naturaleza nos ha donado ya no lo verán más mis alumnos ni sus descendientes.
Sólo me quedan dos consuelos; mis recuerdos y que será un buen ejemplo para mostrar en mis conferencias y en mi docencia, que nuestra sociedad todavía no es completamente culta, que todavía necesita de personas que le enseñen la importancia que tienen las piedras para comprender a nuestro planeta y nuestra propia existencia. Gracias Cabezo del Molino de Aledo por haberme enseñado a leer en las piedras, a descifrarlas, a poder difundir un trocico de la historia geológica de Murcia. Con un poco de suerte, de aquí a millones de años y quizás gracias a cambios climáticos, un nuevo delta te volverá a esculpir, pero esto solo Dios lo sabe. Hasta siempre de Francisco Guillén Mondéjar.»