La batalla de Cabo de Palos tuvo lugar en la madrugada del 5 al 6 de marzo de 1938, y llegó a ser el enfrentamiento naval más importante de la Guerra Civil (1936-39) entre nacionales y republicanos. Las Flotas de ambos bandos lucharon a 70 millas del Cabo de Palos en un encuentro casual. El saldo de la batalla fue de 700 muertos y alrededor de un centenar de desaparecidos.
Tras el estallido de la Guerra Civil, la mayor parte de la Armada española permaneció al lado del Gobierno de la II República. La inmensa mayoría de la marinería era simpatizante del Frente Popular. La marinería abortó los conatos de rebelión protagonizados por la oficialidad, partidaria en gran parte del Alzamiento nacional.
El puerto de Cartagena se convirtió en la principal base de la Marina republicana durante la Guerra Civil. La base cartagenera albergaba acorazados, destructores, cruceros, submarinos y lanchas torpederas. Este tipo de lanchas fueron proporcionadas por la Unión Soviética (URSS) como parte de la ayuda militar al Ejecutivo republicano. Esta base fue fundamental para los republicanos en su lucha por evitar el paso de las tropas sublevadas del norte de África a la Península Ibérica y para garantizar el suministro de la ayuda bélica a los combatientes del Frente Popular.
La Flota nacional tenía sus principales bases en Cádiz, El Ferrol y Palma de Mallorca. En el puerto de Palma residía la base de los destructores. La misión de la base de Palma era la de efectuar un bloqueo militar y comercial en la zona republicana, y vigilar y atacar a la escuadra republicana del Mediterráneo. Los nacionales reforzaron su Armada con buques y submarinos de Italia y Alemania, debido a la fidelidad de gran parte de la Flota al Gobierno del Frente Popular durante el conflicto.
Antonio Gómez-Guillamón Buendía