Septiembre de 1936. La Guerra Civil entre nacionales y republicanos se encontraba en sus inicios, tras el triunfo y derrota parcial del golpe de Estado del 17, 18 y 19 de julio. La Junta de Defensa, dirigida por el general cartagenero Miguel Cabanellas, gobernaba la zona nacional y Manuel Azaña era el jefe del Estado de la zona republicana. Las tropas nacionales avanzaban con rapidez en los frentes de guerra. Los sublevados habían conquistado en los tres primeros meses del conflicto Andalucía Occidental, el sur de Extremadura y Talavera. La toma de esta ciudad incrementaba el cerco de Madrid por las tropas nacionales.
El Gobierno republicano estaba liderado por Francisco Largo Caballero (PSOE). El 4 de septiembre de 1936, Largo Caballero reemplazó en la jefatura del Gobierno a José Giral, debido a la marcha negativa de la guerra para los republicanos. El nuevo Gobierno organizó la estructura del Ejército republicano, con el fin de cambiar el rumbo de la guerra en favor del Frente Popular.
La ciudad de Cartagena permaneció en el bando republicano, al igual que el resto de la región de Murcia, durante la Guerra Civil (1936-39). La marinería de Cartagena consiguió derrotar la sublevación de la oficialidad de la base el 18 de julio de 1936. Cartagena tenía una importancia vital debido a su localización estratégica en el Mediterráneo y a su condición de base naval española más importante de la costa mediterránea. Cartagena fue la principal base naval de la República durante el conflicto. Las bases navales de Cádiz y El Ferrol cayeron en manos de los nacionales al principio de la Guerra Civil.
La base naval de Cartagena estaba compuesta por el 3er Regimiento de Artillería de Costa, las flotillas de cruceros (Libertad y Méndez Nuñez), destructores (Churruca, Barcaíztegui, Lepanto, Escaño, Gravina, Lazaga, Ulloa, Alsedo), acorazados y submarinos; la Capitanía General, el Arsenal y los polvorines. Además, la base naval de Cartagena esta protegida desde el aire por el aeródromo de Los Alcázares y la base aeronáutica naval de San Javier.
Antonio Gómez-Guillamón Buendía