La Corona de Castilla reconquistó el reino musulmán de Murcia (1243) en virtud del Pacto de Alcaraz. El acuerdo suponía la entrega del reino murciano a Castilla a cambio del respeto a los bienes, propiedades y a la cultura de los pobladores musulmanes. Cartagena, Lorca y Mula manifestaron su oposición al acuerdo y ofrecieron resistencia a las tropas de Castilla. El infante don Alfonso de Castilla (en nombre del Rey Fernando III 'El Santo') reconquistó las últimas plazas del reino de Murcia en 1246.
Una vez culminada la Reconquista, el Papa Inocencio IV aprobó la restauración de la diócesis de Cartagena el 31 de julio de 1250, mediante la concesión de la bula 'Spiritus Exultante'. El fraile franciscano Pedro Gallego fue el primer obispo de la diócesis restaurada de Cartagena. Pedro Gallego era el confesor del infante don Alfonso de Castilla (luego Alfonso X 'el Sabio'). La sede de la diócesis era la Iglesia Mayor de Cartagena.
En 1264 estalló una rebelión de los musulmanes del reino de Murcia contra la Corona de Castilla debido a algunos incumplimientos del Tratado de Alcaraz. El Rey Alfonso X 'el Sabio' reclamó la ayuda militar de su suegro, el Rey de Aragón Jaime I 'el Conquistador'. El ejército aragonés logró el aplastamiento de la revuelta mudéjar en 1266. Jaime I 'el Conquistador' convirtió la Mezquita Mayor de Murcia en la iglesia cristiana de Santa María 'la Mayor'. El monarca aragonés tenía la costumbre de fundar un nuevo templo en cada villa reconquistada.
El obispo Diego Martínez Magaz solicitó a la Corona de Castilla el traslado de la sede de la diócesis de Cartagena a Murcia, a finales del siglo XIII, debido a la inseguridad reinante en la ciudad portuaria. La causa eran los ataques de la piratería berberisca contra la costa del reino de Murcia. Los piratas musulmanes del Norte de África realizaban incursiones en la costa hispánica en busca de botín y esclavos.
El Rey de Castilla y León Sancho IV 'el Bravo' (hijo de Alfonso X 'el Sabio') concedió en 1291 al obispo el traslado de la sede episcopal a Murcia. A cambio, el monarca exigió el mantenimiento de su denominación como diócesis de Cartagena. Una de las consecuencias del traslado para la ciudad de Cartagena fue la pérdida de las rentas del obispado y el cabildo.
En el siglo XV, las autoridades de Cartagena reivindicaron el regreso de la sede episcopal. Sin embargo, el Vaticano reafirmó a Murcia como sede episcopal y el Papa Pablo II consagró la iglesia de Santa María de Murcia como la Catedral de la diócesis de Cartagena en el año 1465. En el siglo XVIII, el Concejo de Cartagena construyó la Catedral de Santa María con el objetivo de convertirla en sede de la diócesis. Sin embargo, la diócesis de Cartagena mantuvo su sede episcopal en Murcia, donde permanece hoy día.
Texto: Antonio Gómez-Guillamón Buendía