La prospección arqueológica es una técnica de investigación que consiste en la exploración de superficie de un área predeterminada en la cual se presupone o se conoce la existencia de uno o varios yacimientos arqueológicos.
Se trata de una técnica no invasiva, pues el objetivo último de este tipo de investigación no es en ningún caso intervenir en el yacimiento, sino intentar recuperar el máximo de información sin tener que intervenir en éste.
Este tipo de investigación suele utilizarse en estudios de áreas extensas, con el fin de documentar los restos arqueológicos conservados en superficie y de esta manera poder planificar la protección del mismo. Al mismo tiempo, la prospección permite obtener gran cantidad de información sobre un territorio: recursos naturales, vías de comunicación, áreas de captación, zonas de explotación minera...etc.
Como en todas las investigaciones arqueológicas, ésta va precedida de un estudio previo en el cual se rastrean las diferentes pistas que nos ayudarán a conocer la existencia o no de hallazgos relevantes. Es muy importante la recogida de toda la información geográfica y topográfica del área a prospectar ya que ayudará a la planificación del trabajo. Pero también se rastrea la bibliografía sobre yacimientos cercanos, la toponimia (nombres como "Cabezo del Moro", "Cueva del Tesoro", "Barranco de los Tiestos", u otros parecidos ofrecen pistas fiables de la localización de yacimientos), entrevistas con población local, tradiciones y leyendas (Baños de la Reina Mora, Salto de la Novia).
Una vez recogida toda la información se procederá a la planificación del trabajo de campo. Se puede plantear de diferentes maneras: prospección intensiva o extensiva.
Las prospecciones intensivas consiste en la inspección de determinadas áreas que representa un porcentaje del área total de examen. Estas áreas se seleccionan según diferentes criterios: Arbitrario (se divide el área en pasillos o transectos de los que se inspecciona sólo un número determinado de ellos), Natural (se divide el terreno en unidades geográficas como valles, colinas, laderas, barrancos, etc..., y sólo se examina una parte que se considera representativa), Cultural (si en el trabajo previo se ha documentado una serie de yacimientos, se examina sólo los de una determinada cultura)
En la prospección en extensión se examina la totalidad del área a prospectar.
El trabajo de campo, tanto en la prospección intensiva como la extensiva, se realiza disponiendo un equipo de arqueólogos en líneas separadas por una distancia preestablecida (5-100m) y se avanza a la misma vez detectando la existencia de materiales y estructuras arqueológicas. Cada arqueólogo lleva un GPS, un mapa y una serie de fichas. En el caso de encontrar algún tipo de resto, ya sea mueble (cerámica, monedas, etc..) o inmueble (muro, pintura rupestre, etc...), deberá apuntar en las fichas que tiene la naturaleza del objeto encontrado, su descripción y la localización exacta de éste (gracias al GPS y/o el mapa).
Una vez recogidos todos los datos se podrán establecer conclusiones gracias a los datos recogidos y a la localización de estos. Por ejemplo una acumulación de cerámica romana y muros en una misma área nos puede dar una pista sobre la existencia de un yacimiento romano.