Sociedad
La sociedad hispanovisigoda se caracteriza por su heterogeneidad étnica, cultural y religiosa. El sustrato fundamental de la sociedad sigue siendo la población hispanorromana, de manera que las minorías que gobiernan han de doblegarse a su religión, a sus creencias y costumbres, a sus formas de vida. Los visigodos, en un primer momento, se mantuvieron alejados de la población autóctona, incluso estuvieron prohibidos los matrimonios mixtos. Esa situación cambia con la conversión del rey Recaredo, con la que la barrera religiosa desaparece.
En la sociedad hispanovisigoda se diferencian varios estratos sociales: el tramo inferior está integrado por los siervos, condición a la que accede por no poder hacer frente al pago de impuestos, careciendo de derechos. Algunos de ellos conseguían la libertad, siendo conocidos como libertos; por último, encontramos a la población libre que formaban la base de la pirámide (libres no privilegiados) y también la cúspide (libres privilegiados). Estos últimos están integrados por la nobleza y el alto clero, que acceden a este status por concesión real o por su riqueza.
En ciudades como Begastri la mayor parte de la población estaba compuesta por hispano-romanos dedicados a cubrir las necesidades administrativas. En el entorno rural existió un grupo de propietarios (cada vez más minoritario a medida que avanza la crisis económica) y colonos que judicialmente son libres, pero que de facto están sujetos a la tierra del señor. El período visigodo se caracteriza, al igual que en el resto de la Península por el establecimiento de un sistema político clientelar, basado en la división del territorio en feudos y en la agricultura, aunque la debilidad de la dominación no tuvo grandes efectos económicos o sociales, sino que más bien se integró en el tejido social y político preexistente.
Economía
Durante el periodo visigodo aparecen pequeñas industrias artesanales con una producción limitada, que sugiere el desarrollo de una economía de subsistencia con la generación de excedentes limitados, que serían intercambiados en el propio ámbito urbano, sin que ello implique la desaparición de la circulación de bienes de consumo y objetos de carácter suntuario procedentes de los más recónditos rincones del Mediterráneo.
La agricultura en el período hispanovisigodo, en líneas generales, es una continuación del período anterior. Se heredan los avances técnicos de Roma y se cultivan las mismas especies. No obstante, a medida que se agudiza la crisis visigoda, los grandes propietarios acaparan más tierras. La agricultura será de subsistencia, los rendimientos del campo no serán muy elevados. La sequía, el pedrisco o las plagas de langosta amenazaban con arruinar la cosecha, por lo que el campesinado siempre estaba amenazado por el hambre ante cualquier eventualidad natural.
En el entorno de la ciudad debieron existir huertos de leguminosas y hortalizas y árboles frutales. Algo más alejadas se sitúan los cultivos extensivos como los cereales, el olivo y la vid. Entre los cereales, los más cultivados son el trigo, el centeno y la cebada, esta última se panificaba pero también se utilizaba para elaborar la cerveza. Más alejados aún se sitúan los baldíos y el monte mediterráneo, grandes espacios sin cultivar, que se utilizaban para ubicar las colmenas o como zona de pasto, sobre todo para alimentar los rebaños de ovejas y cabras y las piaras de cerdos, cuya presencia se incrementa considerablemente a partir del siglo V.
La ganadería es un ámbito de la economía, que ganó terreno a la agricultura durante el periodo hispanovisigodo, no obstante no hubo cambios considerables en lo referente a la composición de las cabañas ganaderas de época hispanorromana. Los caballos eran especialmente apreciados por los hispanovisigodos, quienes los utilizaban exclusivamente para el transporte, siendo en realidad un animal indicativo del status social de su propietario. Los animales de tiro fueron las vacas y los bueyes, muy apreciados por su carne y su leche.
Atendiendo a los análisis faunísticos realizados, entre los materiales de Begastri se pueden hacer algunas consideraciones sobre las especies representadas. Es muy significativa la mayor presencia de ovicápridos, seguidos de suidos (cerdo-jabalí) y bóvidos. Estos datos indican la existencia en Begastri de una importante cabaña ganadera de ovejas y cabras, prácticamente al 50%, que constituirían la base fundamental de su economía y su principal recurso alimenticio y de lana. Esa importancia concuerda con el hecho de que muchas leyes que conforman el Liber Iudiciorum se refieren a este ganado.
La caza también constituiría una fuente de carne para consumo de los pobladores de Begastri, aunque en menor medida, como observamos por los datos arrojados por liebre y ciervo, sin olvidar que algunos fragmentos de suido correspondería a jabalíes y algunas de las aves como los faisanes. Los visigodos desarrollaron una importante labor legislativa regulando las actividades agrarias, intentando mantener el equilibrio entre ganadería y agricultura. Se protegen los bosques por el aprovechamiento de agua para las zonas de regadío, sobre todo en la costa levantina.