Se empieza a trabajar con los perros cuando aún son muy pequeños, a los dos meses de su nacimiento, y desde el principio la actividad se realiza como un juego. El entrenamiento habitual está orientado para la localización y marcaje de carne muerta o restos de cadáveres que puedan haber sido manipulados con algún tipo de veneno. No buscan el veneno en sí.
La posibilidad de que los perros coman restos de carne envenenada supone el factor de riesgo más importante al que se enfrentan estos animales, lo cual se evita con entrenamiento diario, aunque para un caso de ingesta los agentes portan un botiquín de urgencia.
Las características del malinois hacen que sea un perro ideal para el adiestramiento en la búsqueda de cebos: es ligero pero fuerte, de tamaño mediano, gran agilidad y muy inteligente, muy enérgico, activo y valiente. Por su parte, el labrador es un perro musculoso, fuerte y compacto, amigable, inteligente, leal y fácil de entrenar para realizar esta actividad.
Evidentemente, la posibilidad de que los perros coman de los restos de carne envenenada que puedan encontrar supone el factor de riesgo más importante que afrontan estos animales. El modo de evitarlo es a base de entrenamiento diario. No obstante, los agentes medioambientales de la unidad canina, conocedores del riesgo, cuentan en todo momento con un botiquín de urgencia específico compuesto de atropina inyectable y agua oxigenada para provocar el vómito, entre otros.