Durante los primeros días de la Feria uno de los lugares que causó más expectación fue el escaparate de los almacenes “La alegría de la huerta”, dónde se expuso el manto que había sido confeccionado para la Virgen de la Fuensanta. El manto, tejido con seda murciana, era morado, con bordados que recogían motivos inspirados en varios aspectos de la crianza del gusano de seda. Había sido un obsequio del ex Comisario Regio de la Seda, Federico Bernades. Junto al manto estaban expuestos los vestidos de la Patrona y del Niño, que también habían sido tejidos con seda murciana.
El 4 de septiembre la Virgen de la Fuensanta salió procesionalmente desde su Eremitorio del Monte. A su llegada a la Catedral el alcalde hizo entrega del manto al Obispo de la Diócesis, Fray Vicente Alonso Salgado, y éste, a su vez, lo entregó a la Camarera de la Virgen, María Codorniú de Cierva. Además del manto, la Virgen llevaba un pectoral de esmeraldas y brillantes, y una espléndida corona de oro y pedrería que le ofrendó el pueblo murciano durante su coronación.
Aficionados a los toros
El día de mayor presencia de ciudadanos en las calles de Murcia fue el domingo 8 de septiembre. La masiva asistencia de personas se debió, tanto a la festividad de la jornada, como a la celebración de la corrida de toros, en la que actuaban los diestros Antonio Posada, Antonio Márquez y Manolo Bienvenida. Durante la mañana acudieron a Murcia infinidad de personas de distintos puntos de la provincia, y de otras limítrofes, en trenes y automóviles. A mediodía las calles Trapería y Platería estaban ocupadas por cientos de visitantes que esperaban el inicio del espectáculo taurino.
El martes, 17 de septiembre, se celebró el traslado de la Virgen de la Fuensanta. Durante toda la madrugada cientos de fieles esperaron en las inmediaciones de la Catedral para asistir a la misa de las 6:30. El traslado de la Virgen comenzó a las 7:00. La Plaza del Cardenal Belluga estaba abarrotada de personas.
Balance positivo
En líneas generales la Feria de Murcia del año 1929 transcurrió con normalidad. Los aspectos más negativos fueron la ausencia del tenor Hipólito Lázaro, a causa de una enfermedad y la irregular climatología. Durante varios días se produjeron lluvias que obligaron a suspender algunos actos. El miércoles, día 11, cayó un enorme aguacero que afectó especialmente a los puestos callejeros.
Pese a estos inconvenientes el balance final fue muy positivo. El diario El Liberal, que había puesto en duda el éxito de la Feria al estimar que la ubicación no era la idónea, reconoció que la organización había sido todo un éxito, e instaba a las autoridades locales a que en años posteriores la Feria se volviera a instalar en el Parque Ruiz Hidalgo. En la Murcia de principios de la década de 1930 el inconveniente de la iluminación pública empezaba a ser un problema de fácil solución.