La enorme potencialidad económica del subsuelo de la Sierra Minera de La Unión propició desde el primer momento de la minería contemporánea una diferencia abismal entre clases sociales. Como grupos más representativos y diferenciados entre sí en el sector de la minería destacan grandes empresarios y mineros.
Grandes empresarios
Entre los grandes empresarios se encuentran nombres como el general Blas Requena, Miguel Zapata Sáez (conocido como el Tío Lobo de Portmán), José Maestre, Pío Wandosell, Joaquín Peñalver Nieto, Gregorio Conesa o las familias Dorda y Aguirre. Todos ellos consiguieron amasar grandes fortunas gracias a la minería (posesión de minas o de empresas relacionadas con ellas).
Una de las características significativas de esta alta clase social fue la construcción de espectaculares palacetes en los más sofisticados barrios y calles de las poblaciones de Cartagena, La Unión y Portmán. Así, estas mansiones contaban en su interior con escaleras suntuosas, electricidad y grandes salones destinados a bailes señoriales o recepciones. Además, la estrecha relación existente entre estas familias hacía que se dieran matrimonios entre miembros de las estirpes con mayor poder económico, propiciando casos como el de José Maestre que, tras casarse con una de las hijas de Miguel Zapata Sáez y enviudar, tomaría segundas nupcias con otra de las hijas del Tío Lobo.
Las reuniones laborales entre los grandes empresarios eran frecuentes, llegando a formalizar día y asuntos. Por ejemplo, los miércoles de finales del siglo XIX y primeros del XX, coincidiendo con el mercado semanal de la vecina Cartagena, uno de los vagones del famoso tren Chicharra era reservado para Juan Martínez Conesa, Pío Wandosell, Joaquín Peñalver y Miguel Zapata. Una vez en la ciudad portuaria, les esperaban tartanas o cabriolés para desplazarlos hasta el restaurante El Tranvía, donde analizaban el precio del mineral a nivel internacional y fijaban tanto la cantidad de mineral que sacarían a la venta como el precio que cobrarían a los pequeños empresarios y partidarios (personas que arrendaban la explotación de una o varias minas).
Los mineros
El modo de vida de los mineros y sus familias se veía supeditado a las fluctuaciones que acaecían en los mercados de mineral, tanto nacionales como extranjeros. En épocas de bonanza económica el minero trabajaba en las explotaciones de la sierra y llevaba el jornal o salario a casa. No obstante el dinero que percibían por sus servicios apenas llegaba para sacarlos de la miseria. Los trabajos más duros en el subsuelo solían ser mal remunerados y las familias numerosas de los mineros se veían obligadas a vivir prácticamente en el umbral de la pobreza.
Cuando se apreciaban con mayor nitidez las diferencias sociales en el sector de la minería unionense era en épocas de crisis. El cierre de numerosas minas hacía que los trabajadores quedaran sin el poco sustento que les daba la mina. La ciudad se llenaba entonces de mendigos y pobres que, sin trabajo, pedían limosna en las calles de La Unión y ciudades cercanas. Para paliar esta situación, desde el Ayuntamiento de La Unión se propusieron iniciativas como la Cocina Económica, que daba de comer a los más desfavorecidos, así como la Cruz Roja, que ayudaba a los numerosos accidentados y enfermos que dejaba la mina.