En 1883 tenía lugar una lidia de cinco toros de la ganadería de Juan Gordin, de Santisteban del Puerto. La presidía Ángel Crespo. Participaban en ella los diestros Valentín Castejón y Antonio Pretel (a) Travillas. Sus banderilleros eran Antonio Sánchez (a) Nuevo Tato; Tomás López (a) El Lagarto y Domingo Páez. Fueron picadores Malmira, Aguilera y González. Los toros respondían por Tintoreto, Terrible, Baratero, Lorito y Precioso, que mataron a cinco caballos. El lleno fue total, destacando el “salto de la garrocha” de El Tato.
En 1892 pasaba por Totana el cartagenero Bartolomé Hernández (a) Morenito. Su banderillero Macoles era cogido por un toro, el mismo que mataba a dos caballos. No sabemos, a ciencia cierta, si ésta corrida se realizó en una plaza estable o en la plaza local, cerrada con maderas. En 1895 sí podemos afirmar que el festival taurino tenía lugar en la plaza de toros fija. Al año siguiente, en el coso, se realizaban carreras de cintas, en bicicleta, en vez de corridas de toros.
En 1898 se realizaban corridas el 9 de septiembre y el 8 de diciembre. Los toros eran de la ganadería de Flores, para Pascual González (a) Almanseño, que en la primera sufría una considerable cogida.
En 1906 el periodista de turno, un aficionado de Alhama, comentaba que la plaza tenía “cuarenta y tantos palcos”, todos llenos, sin decirnos quien toreaba en ésta ocasión. En las fiestas de septiembre de 1914 los totaneros contrataban para torear a las cuadrillas de los lorquinos Pablo Campoy y Pencho Mena, su valentía y buen hacer les proporcionaron las orejas y rabos de sus novillos. Dos años después traían al lorquino José Viseras que compartía tarde con su paisano Pablo Campoy. En septiembre de 1917 pasaban por el coso de Totana el cartagenero Martín Hernández (a) Morenito y el lorquino José Viseras, lidiando reses de R. Flores. En octubre de 1923 triunfaba aquí el diestro Carmelo Sánchez (a) Nuevo Litri, que corto oreja y rabo a un novillo de Juan Gil, de Alpera. Esa tarde animó la corrida la banda de Aledo. Ésta plaza, situada en la avenida Santa Eulalia, aún vería corridas esporádicas hasta septiembre de los años cuarenta.
En 1932 lidiaba ganado de Bautista el espada caravaqueño Julián Medina, realizando buenas faenas con la capa y la muleta. Tras dos buenas estocadas a sus dos novillos, les cortó orejas y rabo. La plaza pasó a ser, poco después, el Teatro Circo. Había pertenecido a Juan A. Rosa Lorca, siendo su heredero, Ginés Rosa Núñez, quien explotaría el teatro. Las gradas tenían capacidad para 800 personas, en tanto que los palcos podían albergar a unos 110 espectadores.