Pepín Liria, el torero murciano nacido en Cehegín, es una prueba viviente de cómo los sueños se pueden convertir en realidad.
Ilusionado desde niño con ser matador de toros, lo ha dado todo dentro y fuera de los ruedos para ocupar la posición de honor que hoy ostenta en el mundo del toreo. El diestro ceheginero está incluido en la nueva generación de toreros a los que nadie ha regalado nada.
Pepín Liria, a base de valor, entrega y coraje, ha salido a flote tras tomar la alternativa, y medirse con los toros más serios que se lidian en los cosos de toda España.
Los habitantes de su localidad natal de Cehegín se sienten orgullosos de su vecino más internacional, a quien tienen el privilegio de ver torear frecuentemente en su tierra, con motivo de las Fiestas Patronales.
El pueblo ceheginero ha tenido el placer de dedicarle una estatua y un espacio público con su nombre, justo delante del coso taurino que le vio debutar en esta localidad del noroeste murciano.
Pepín Liria nació en Cehegín el día 10 de mayo de 1970. Criado en el barrio del 'Mesoncico', fue allí, a una edad muy temprana, donde el futuro matador comenzó a jugar imitando los típicos pases de la fiesta, y a alimentar sus sueños de gloria torera.
La plaza de toros de Cehegín fue para él un templo venerable que representaba todas sus aspiraciones de niño. Cuando acudía a alguna corrida con su abuelo y su padre siempre los hacía salir por la puerta por donde lo hacían los toreros, para así poder pisar el albero del ruedo y una vez allí fantasear con que él era matador.
Con el paso del tiempo su familia se fue tomando en serio sus aspiraciones taurinas.
En 1982 se trasladó a Murcia con su familia, donde comenzó sus entrenamientos en la finca de los Felices, del novillero Manuel Cháscales. Acabados sus estudios de bachiller, se apuntó a una escuela taurina.
Todas sus ilusiones se colmaron cuando en 1983, por primera vez, vio su nombre en un cartel: José Liria MAXIMÍN, por su abuelo Máximo, que siempre lo alentó en sus deseos de ser torero. Su sueño se había hecho realidad.
La primera vez en su vida que se vistió de luces fue en la pedanía murciana de Barqueros, en septiembre de 1988, donde actuó en la parte seria del espectáculo cómico-taurino 'El bombero torero'.
No sería hasta dos años más tarde cuando debutase con picadores en su ciudad natal, el 8 de abril de 1990, enfrentándose a novillos de Soto de la Fuente, y alternando con Vicente Bejarano y Miguel Carrasco, cortando a su primer astado una oreja y al segundo, las dos orejas y el rabo.
Su presentación en Madrid fue el 29 de abril de 1993, con Jesús Romero y Juan José Trujillo, como compañeros de cartel y ganado de Juan Antonio Ruiz Román.
Su gran momento como matador de toros tuvo lugar en Murcia, el 11 de septiembre de 1993, fecha en la que tomó la alternativa de manos de Ortega Cano, que actuó de padrino, y con Finito de Córdoba como tercer espada, lidiando toros de Torrestrella.
Su alternativa como matador la confirmó en Madrid, el 27 de marzo de 1994, en una corrida con reses de Los Millares. El padrino fue David Lugillano y de testigo estuvo Óscar Higares.
Sus triunfos en plazas importantes de España y Francia frente a toros de ganaderías duras y prestigiosas le han convertido en un torero muy respetado. Pepín Liria es un matador que se ha hecho a sí mismo, pues ha logrado con mucha gallardía y sufrimiento llegar al lugar que hoy ocupa. En un principio eran más bien pocos quienes confiaban en que consiguiera los puestos que ha conquistado.
De siempre ha tenido que enfrentarse a las ganaderías más complicadas, y nunca ha puesto ningún reparo a realizar el paseíllo en las plazas de mayor compromiso. Los cosos más importantes del orbe taurino se le han rendido.Pepín Liria está considerado el torero en activo más aguerrido. De hecho, una de las plazas más bulliciosas, la de Pamplona, lo ha convertido en uno de sus iconos.
Sin embargo, los triunfos de Liria no se han circunscrito a determinadas plazas, sino que también ha sabido ganarse con su toreo de cercanías y honrado, habitualmente ante toros de hierros complicados, el respeto de públicos como los de Sevilla o Madrid.
En 1990, y tras debutar en su pueblo natal, Liria emprendería un largo camino entre los novilleros con picadores.
Hasta cuatro temporadas estaría el torero en ese escalafón, de1990 a 1993. Años que le sirvieron para afianzar su oficio y prepararse a fondo para dar el paso definitivo.
La alternativa le llegaría al final de la temporada de 1993, cuando Ortega Cano le cedió los trastos en Murcia, en presencia de Finito de Córdoba. Hasta el final de la temporada sumaría 5 corridas de toros.
El planteamiento de la primera campaña completa como matador de toros fue arriesgado: Liria se la jugó a todo o nada. Así, apareció en marzo por Las Ventas para confirmar su alternativa. Dió una vuelta al ruedo. Causó buena impresión y fue incluido en San Isidro, donde Liria dió el salto jugándose la vida con una descomunal corrida de Dolores Aguirre.
En 1995, y después de volver a torear en Las Ventas por San Isidro, salió a hombros en Pamplona de nuevo con ganado de Dolores Aguirre. Causó buena impresión en Bilbao, cortó una oreja en Barcelona y se convirtió en triunfador de Salamanca.
Con este currículum, el torero de Cehegín completó una temporada de 54 corridas que mantuvo al alza su cotización entre los diestros de reciente alternativa.
Pepín Liria protagonizó un año 1996 excepcional, erigiéndose como uno de los triunfadores de la temporada. Ya el comienzo fue un buen presagio, con sendos éxitos en las ferias de Valencia y Castellón. A Sevilla acudió tres tardes logrando salir por la puerta grande.
Tras un San Isidro irregular y una decepción en la corrida de la Beneficencia, Pepín entró en un pequeño bache del que salió inmediatamente gracias al éxito con un "victorino" en la plaza de Barcelona. El resto de la temporada tomó una tónica triunfante, cuajada de trofeos y buen hacer.
A partir del año 1997 Pepín Liria iniciaría una serie de brillantes campañas dominadas por la regularidad de un torero que se reivindicaba en cada corrida en el puesto ganado a pulso.
En los años sucesivos la regularidad sería de nuevo la nota predominante, manteniendo al torero de Cehegín en lo más alto a base de entrega, garra y tesón. No quedaron apenas plazas de primera y segunda categoría donde no saliese con algún trofeo, y en bastantes casos con un gran triunfo.
En la mayoría de grandes fiestas en las que participó triunfó, dejando siempre un buen sabor en los espectadores.
En la corta estancia que Pepín Liria pasó en el continente americano le ocurrió de todo. Desde ser el elegido para reinaugurar plazas de toros, hasta escuchar los tres avisos y ver como el toro se marchaba a los corrales. Incluso recibió un puntazo de un fiero astado. También indultó un toro en la plaza de Cali (Colombia).
Pepín Liria siempre ha estado dispuesto a participar en cuantos festivales haya sido oportuno, siempre que sus fines fueran benéficos. Ha tomado parte en todos los que se han celebrado en Murcia a beneficio de la Lucha contra el Cáncer.