El depósito central que abastecía de agua a Carthago Nova, el Castellum Aquae, común a las ciudades romanas, se encontró durante las excavaciones de 1977 en la cima de la colina del Molinete, como no podía ser de otra forma. El agua que llegaba a los pies de la colina, mediante un acueducto o tuberías enterradas de piedra, ascendería por medio de un sifón para quedar depositada en el Castellum Aquae. Este depósito que, desde el exterior, aparecía como un cubo de ladrillos reforzados con pilastras, en su base interior tendría formas esféricas para repartir las presiones.
Las funciones de este depósito central eran: la última decantación del agua, con fines sanitarios; el almacenamiento y la distribución. Para este último apartado contaba con diferentes conductos, controlados por compuertas, que salían del mismo destinados, por este orden, a las Fuentes Públicas, las Termas y, en último lugar, las Viviendas de los romanos acomodados.
Es conocida la prioridad que se otorgaba en las ciudades romanas al servicio público, por lo que las Fuentes y las Termas tenían preferencia sobre el abastecimiento a las viviendas y, por tanto, una distribución distinta, máxime en Carthago Nova con una escasez de agua en determinadas épocas del año e incluso con grandes periodos de sequía. Las viviendas, por su parte, disponían de cisternas que recogían el agua de lluvia.
Estas cisternas documentadas en infinidad de excavaciones arqueológicas en la ciudad de Carthago Nova eran de muy distinta tipología, ya que su construcción no estaba tan sistematizada como otros elementos hidráulicos y eran utilizadas como reserva de agua para los tiempos de escasez. La distribución de agua, por presión, desde el Castellum Aquae a los lugares citados se hacía mediante tuberías de plomo (fistulae plumbeis) enterradas, con distinto grosor según el destino final. Se han encontrado diferentes ejemplos de estas tuberías en distintas intervenciones arqueológicas, las cuales están expuestas en el Museo Arqueológico Municipal.