El pescador
Este hombre que aquí levanto es un hombre de arena.
Todo en él transita; sólo la mar se queda.
Yo sé que ante su alma se inclina la marea;
Que el viento pone un halo de azul en su cabeza.
Su mirada es lejana. ¡Cuánto horizonte lleva!
Y en sus manos hay algas, peces, soles, estrellas.
¡Cómo manda este hombre en su brava frontera!
Los pies, los pies desnudos son el grado que ostenta.
Desnudo de mujer
II
Óleo vivo y presente.
Cuadro, cuadro te miro.
Sólo, sólo pintura.
Desnuda, sí, mas no en Naturaleza.
Yo no sé, dulce amiga, quién te brota.
¿Los pinceles?... ¿Los ojos?
Sólo sé que amaneces, que te alzas.
Que hay dos suaves alcores en tu pecho.
Que tu cabello es hierba de los prados.
Canta una nube, amor, sobre tu hombro
y ahí, bajo tus pies, muere la niebla.
Lienzo, lienzo te miro;
puro cuadro; ventana
que cruzan y asaltan vientos.
III
Los jazmines blancos
en tu pelo negro.
La noche, con luna.
El balcón, abierto.
¿Recuerdas?
Recuerdo.
Mis manos salobres.
Desnudo, tu cuerpo.
No eras hembra. Eras
bronce manifiesto.
¡Qué justo equilibrio!
¡Qué canon perfecto!
¡Qué Venus lejana
del Renacimiento!