Los volcanes de rocas calcoalcalinas potásicas y shoshoníticas, se caracterizan por lo general por la intrusión de domos y diques, algunos no llegaron a salir a la superficie dando lugar a rocas subvolcánicas (Mazarrón, sierra de Cartagena). Los domos normalmente están constituidos por facies brechoides y otras más masivas con frecuente disyunción columnar (Carmolí, Isla Grossa). Las emisiones de lava y depósitos piroclásticos son poco frecuentes, aunque en Murcia hay muy buenos ejemplos en el Carmolí y en la Carolina.
En la mayoría de los afloramientos de los volcanes lamproíticos el cono volcánico ha sido parcial o totalmente erosionado, y lo que se conserva son lavas solidificadas dentro de la chimenea que han dado lugar a afloramientos en forma de domos o pitones volcánicos (Barqueros, Aljorra, Mazarrón, Zeneta, Calasparra...). En algunos casos se conservan todavía emisiones de coladas, normalmente escoriáceas, lavas almohadilladas, piroclastos, disyunciones columnares (Calasparra, Salmerón, ) e incluso el metamorfismo térmico de las rocas que sufrieron el calor del magma. En dos casos, en la Puebla de Mula y el Tale, en Abanilla, la morfología corresponde a pequeños diques que son los mejores ejemplos para ver la relación entre el volcanismo y fallas de Murcia. Normalmente los afloramientos que representan los conductos rellenos por el ascenso de los magmas, poseen tres zonas relacionadas con la velocidad de emisión y la temperatura: una zona externa, brechoide compuesta por fragmentos de roca de la chimenea, una zona vítrea o poco cristalizada, y una tercera con rocas totalmente cristalinas en la parte central del pitón o domo, a veces con disyunción. Esta variación sugiere a los investigadores un ascenso rápido y violento del magma, que pudo dar lugar a un volcanismo explosivo, favorecido por la interacción de aguas freáticas o superficiales de los lagos o mares del entorno, seguido por la extrusión de lavas.