En el mercado
La mejor época para degustar grosellas frescas son los meses de verano, su temporada de recolección, aunque debido a la gran cantidad de productos elaborados con esta fruta (principalmente mermeladas y compotas) y a la posibilidad de congelación, es posible consumirlas durante todo el año.
Para elegir grosellas frescas en el mercado es conveniente que mantengan un rojo intenso, firmeza en la textura y carencia de humedades, pues esta circunstancia puede llevarlas a un reblandecimiento, perdiendo parte de sus cualidades para el consumo. El aroma que desprenden resulta fresco, intenso y perfumado e incluso da nombre a una sensación producida por ciertos vinos tintos y rosados.
Es aconsejable tener presente que las grosellas son una especie que no madura tras su cosecha, por lo que se debe evitar adquirir ejemplares que aún muestren verdores (por lo general demasiado ácidas y amargosas). Por el contrario, si se compran demasiado maduras, probablemente hayan perdido parte de su jugo y se mostrarán menos firmes al tacto.
Las grosellas son frutas que, a pesar de su aspecto frágil y delicado, pueden conservarse en condiciones óptimas para el consumo durante dos o tres semanas si se introducen en el refrigerador sin lavar (es conveniente enjuagarlas con agua inmediatamente antes de su degustación). Permiten la congelación no alterando su sabor, fragancia o textura.
En los últimos años acompañan a otros frutos rojos (junto a frambuesas), a frutos del bosque (con moras, frambuesas y arándanos) o protagonizan por ellas mismas productos de 4ª gama, lavados y listos para su consumo.
En la mesa
Las grosellas se suelen consumir frescas, en compota o mermeladas, así como en diferentes bebidas elaboradas a partir de esta fruta.
En fresco es habitual tomarla en macedonias, junto a peras, ciruelas, piña, melocotón y uvas, ya que, al destacar en su sabor los tonos ácidos, resulta poco frecuente su degustación en solitario. Por este motivo también acompaña a frutas del bosque (fresas, moras, frambuesas y arándanos) aderezadas con azúcar y leche, o en elaboraciones de crema coulis con todos ellos y un añadido final de yema tostada.
También en fresco se combinan con yogures y se emplean como salsa ácida en platos contundentes de carnes rojas. Asimismo, pueden completar la decoración de ciertos postres, gracias a sus atractivos racimos y bayas, o incorporarse como ingrediente, en forma de mermelada, en tartas de queso, helado y bollería.
Otros de los productos que utilizan la grosella para conseguir ciertos sabores frescos y ácidos, a la vez que dulcificados, son las bebidas. De esta forma se elaborarán zumos, batidos, bebidas refrescantes y licores (estos últimos utilizados también en pastelería).