El 28 de julio de 1854, reunido en sesión extraordinaria, el Ayuntamiento presenta su dimisión a la Junta de Gobierno presidida ya por el progresista general Ruiz. La Junta admite esta dimisión y acuerda que para sustituirles se convoque a los concejales del Ayuntamiento de 1843. Los nuevos alcaldes y regidores, presentes en la sala por notificación que les había enviado el alcalde saliente, Sr. Valarino, toman posesión de sus cargos y se retira el Ayuntamiento cesado. Hay que aclarar, no obstante, que el cese es voluntario, ya que en ningún momento se produce notificación alguna por parte de la Junta de Gobierno para que cesen en sus funciones.
Integrantes
La mayoría de ellos eran liberales conocidos por los movimientos de años pasados. Los más firmes en sus convicciones liberales y los que tendrán mayor participación a lo largo de este Bienio, comprometiéndose en los momentos más difíciles, fueron José María Vera, propietario de tierras y dedicado a la agricultura y a los negocios; Antonio María Rolandi, abogado, presente en casi todo el periodo revolucionario, y Francisco Martínez López, médico, y de los pocos que resistirá ante la amenaza del cólera morbo.
El resto son comerciantes y agricultores propietarios de tierras, que quizás habían participado en la compra de bienes desamortizados, pero que casi ninguno de ellos aparece en las listas de mayores contribuyentes de todo el bienio, lo cual, me hace deducir que eran liberales pertenecientes a la pequeña burguesía, pero con ansias de introducirse a mayor escala en el mundo de los negocios, aprovechando las posibilidades del comercio a través del puerto y el renacimiento que experimentaba la minería y todo lo que movía a su alrededor en las Sierras de Cartagena y Mazarrón.
De todas maneras, y a pesar de que los componentes del Ayuntamiento progresista no se diferenciarán mucho en cuanto a su nivel económico del anterior moderado, si se distinguen en su interpretación del orden, de la libertad, de la religión y del sufragio, y arrastraban detrás de ellos a los posibles beneficiarios de sus ideas políticas, es decir, al artesanado, a los obreros y a los pequeños propietarios, aunque la bandera del progreso que levantaban no pasase de ser a menudo pura demagogia.
Quizás sería más correcto titular este apartado como 'renovaciones del Ayuntamiento', ya que se producen en este bienio tres cambios en el Gobierno del municipio, pero sólo uno de ellos procede de elecciones mediante voto. El primer cambio es el que se da en el momento mismo del triunfo de la revolución. El 28 de julio de 1854 dimite el Ayuntamiento moderado y toma posesión el nuevo, procedente del Consistorio de 1843, según instrucciones gubernativas. Éste estuvo presidido por José María Vera, como alcalde primero, y por Salvador Carreras, como alcalde segundo. A partir de este momento la ley por la que se regirán las corporaciones locales será la de ''3 de febrero de 1843'' , o sea, desde antes de la llegada de los Cien Mil Hijos hasta la caída de Espartero.
El Ayuntamiento comienza rápidamente los preparativos para las elecciones municipales, pero el 20 de septiembre recibe un oficio del gobernador de la provincia en el que se le comunica que por orden de su Majestad se suspendían todas las operaciones tendentes a la renovación de ese Ayuntamiento hasta que no se dispusiese otra cosa. Pero la instrucción es revocada posteriormente ya que, ateniéndose a Real Orden de 16 de diciembre, el Ayuntamiento señala los días para las diligencias correspondientes, las elecciones y, como fecha límite para nombramiento de tres nuevos alcaldes, doce regidores y dos síndicos, el 31 de diciembre.
No aparecen en la relación de cargos elegidos cinco regidores y un síndico, los cuales impugnan la elección o renuncian al cargo por incompatibilidades diversas o por ''no saber leer''. A todos ellos se les cita para la sesión plenaria del día 1 de enero a las 5:30 h. de la tarde donde deberán tomar posesión. Pero no lo hacen, e incluso uno de ellos recurre a los tribunales por considerar ilegal el proceso de elecciones: el abogado Antonio Chiesanoba.
El día señalado toman posesión los cargos, excepto el alcalde primero que marcha a Madrid a resolver diversos asuntos de gran interés para la ciudad. Durante su ausencia, y hasta que tome posesión, hará las funciones de alcalde-presidente Bartolomé Spottorno. En este año se renueva también la Diputación Provincial. Así, el día 10 de marzo los alcaldes del partido judicial con cabeza en Cartagena se reúnen y proceden a la elección del diputado correspondiente (uno por partido), recayendo el cargo en el conde de Campohermoso, el cual agradece la elección. El día 13 del mismo mes es señalado para la toma de posesión y primera reunión de la Diputación Provincial.
El día 3 de mayo regresa a Cartagena Gabriel Ruiz y Giménez, que tomará posesión de su cargo y empleo de alcalde electo el día 6. El acto resulta de lo más festivo ya que se realiza una bienvenida con la banda de música de la Milicia Nacional, desfile de una compañía con bandera y asistencia del gobernador, marqués de Camachos. Demasiada fiesta para recibir a una persona que, aunque muy liberal y progresista, actuaría con total cobardía en cuanto la ocasión lo requiriese, y sería pronto (a poco más de dos meses de tomar posesión, con la llegada de la epidemia de cólera morbo el 23 de julio).
Es muy gráfica, en este sentido, la sesión extraordinaria celebrada en las salas capitulares del Ayuntamiento a las 10 de la mañana de ese día, convocada y presidida por el gobernador civil de la provincia, marqués de Camachos. Su Excelencia convoca en esta reunión al Ayuntamiento y a las Juntas de Sanidad Marítima y Terrestre para saber qué harían sus miembros en caso de ser invadida esta población por el cólera morbo, si permanecerían en ella para cumplir con sus deberes o si se irían. A la pregunta responden lo siguiente:
-D. Gabriel Ruiz, alcalde primero, afirma que debido a la época del año en que nos encontramos tiene que ausentarse indefinidamente para atender la cosecha y demás trabajos de sus tierras en Lorca.
-D. Pablo José Verger, alcalde tercero, igualmente se ausentará para atender sus tierras en estas fechas.
-D. Bartolomé Spottorno se ausentará si así lo requiere su cargo de vicecónsul de los Países bajos.
-D. Bernardo Peñafiel, D. Pedro Sastre, D. Andrés Gabarrón, regidores, si están dispuestos a seguir en sus puestos.
-D. Juan Mínguez, síndico, también se quedará aunque el cólera invada la ciudad.
-El resto de regidores se marcharán si hay cólera.
-De la Junta de Sanidad Terrestre sólo están dispuestos a permanecer en su puesto tres miembros, los otros cinco se marcharían.
-La Junta de Sanidad Marítima permanecerá entera en su puesto. Además se presentan voluntarios para cualquier necesidad dos médicos y el alcalde segundo del anterior ayuntamiento D. Salvador Carreras.
Tras escuchar las explicaciones de cada uno de los señores presentes el Excmo. Sr. Gobernador levanta la sesión. El 17 de Agosto se lee en sesión extraordinaria una carta de Su Majestad la Reina en la que pide se excite el espíritu religioso y humanitario de los miembros del Ayuntamiento para que permanezcan en sus puestos en caso de epidemia, ya que su marcha dejaría a la ciudad desamparada, además del funesto ejemplo dado a los ciudadanos. Pero tan valerosos terratenientes no tienen mucho espíritu religioso, ni tampoco el humanitarismo progresista liberal es demasiado fuerte, por lo que se reafirman en lo ya dicho.
Ante la gravedad del caso, el gobernador civil de la provincia, el marqués de Camachos, reúne en pleno extraordinario a varios prohombres componentes del Ayuntamiento desde el pronunciamiento cívico de julio de 1854 hasta final de ese mismo año, encabezados por José María Vera. Se les pregunta si estarían dispuestos a asumir los puestos anteriores en caso de invasión de cólera morbo, ya que el actual Ayuntamiento y juntas de sanidad, casi en su totalidad, afirman ausentarse de la ciudad en tan desgraciado caso. Todos responden que se quedarán en Cartagena en cualquier caso pero que no aceptan volver a los cargos.
El día 21 de agosto de 1855, en sesión extraordinaria presidida por D. Gabriel Ruiz, el secretario del Ayuntamiento lee un oficio del gobernador en el cual, visto el resultado de la pregunta hecha por él mismo y de la excitación hecha por S.M. la Reina a los señores alcaldes, concejales y juntas de sanidad, y ante el resultado negativo mayoritario de la cuestión, procede a relevar de sus cargos a dichos señores y a nombrar a los siguientes: leído el oficio, el hasta ahora alcalde Gabriel Ruiz posesiona a Francisco Martínez López y abandona la sala. El nuevo alcalde toma juramento a los nuevos concejales y síndico, que juntamente con los que decidieron no huir, forman el nuevo Ayuntamiento.
Gabriel Ruiz fue ya regidor en el primer momento de la revolución y también lo había sido hasta 1843 cuando cae Espartero, por tanto podemos asegurar que se trataría de un progresista de los más avanzados. Era titulado en Medicina y Cirugía y no tenía tierras que cosechar, ni intereses comerciales que cuidar; fue de los pocos que acudió a la llamada del gobernador para no dejar a la ciudad sin dirección con el peligro de epidemia. Este Ayuntamiento sería el que permanecería hasta el final del Bienio, ya que se suspendieron las elecciones municipales hasta que fuera formada la nueva Ley de Ayuntamientos que se estaba discutiendo en las Constituyentes. La ley nunca vio la luz porque el gobierno de Espartero volvió a caer antes, y al pobre Francisco Martínez le tocó ver cómo la revolución se tornaba contrarrevolución, cómo la Milicia Nacional era desarmada de nuevo y cómo los moderados más retrógrados, los mismos que huían con oír sólo la palabra epidemia, de nuevo estaban en el Ayuntamiento.