Después de un abandono de siglos, que bien pudiera cifrarse en un milenio, el puerto de Cartagena comienza a principios del siglo XV a adquirir cada vez más importancia, a ser utilizado, conocido y apetecido.
Desde la destrucción de los vándalos en el 425, más la repetición en décadas posteriores del paso ''vandálico''de las hordas germanas, Cartagena queda arrasada y su puerto deja de utilizarse, pues las posteriores ocupaciones de visigodos y bizantinos en los dos siglos siguientes no mejoraron su situación. No hubo la renovación que cabía esperar de la presencia bizantina, ya que el comercio con Bizancio no fue precisamente por el puerto cartagenero y la ocupación del territorio fue estrictamente militar, en escaso número y sin trascendencia naval. Todo fue fugaz, nada trascendente y por tanto nada se consolida.
La misma imagen encontramos en los siglos siguientes, pues las menciones que quedan de historiadores, geógrafos y viajeros árabes son también escasas y sin importancia, tanto respecto a la ciudad como a su puerto, del que sólo se elogian sus magníficas condiciones naturales.
Juan Torres Fontes
Revista Cartagena Histórica, monográfico nº 17