La plaza de toros se inauguró el 27 de agosto de 1891.
Según un aficionado local. "La plaza ha resultado majestuosa, reunía todas las comodidades, y era en extremo bonita, pudiendo sin desmerecer, figurar al lado de las primeras de España"
Para la inauguración se citaba, en subasta pública a los interesados, el domingo día 6 de septiembre, en la Casa Consistorial. Se precisaban caballos para picar los toros para los días 27, 28 y 29. El día 12 de septiembre se daba a conocer el cartel para la inauguración, con la actuación de la banda de música de la Casa de la Misericordia. Se compraron dieciséis toros de la ganadería de Higinio Flores. El espada sería Raimundo Rodríguez (a) Valladolid y no José Villaplana como se esperaba. El sobresaliente era Ramón Laborda (a) Aragonés. Como picadores vinieron Julio Vicente (a) Cerrajas; Eugenio Montes (a) Niño Bonito y José Ruiz Pérez (a) Trescales. Los banderilleros, además de El Aragonés, serían Enrique González (a) Rubito; Justo Sánchez (a) Zurini; Pablo Fuertes (a) Barberillo y Manuel Borroy (a) Morenillo, que también haría las veces de puntillero.
La plaza abrió a la una, si bien las corridas no comenzaban hasta las tres y media de la tarde. Los precios de las entradas de estos esperados días fueron los siguientes:
Barreras de sombra - 6 a 9 pesetas
Barreras de sol - 6 pesetas
Palcos con ocho sillas - 40 pesetas
Asiento de grada de sombra - 9 pesetas
General de sombra - 1,50 pesetas
General de sol - 99 céntimos
Los niños tuvieron precios especiales. Los beneficios de las corridas se acordó donarlos a la beneficencia municipal.
Pero mal empezaron las cosas ya que el diestro contratado "quedó inutilizado en el primer toro que tuvo que matar". Por ello, fue sustituido el resto de la feria por Ramón Laborda que cumplió bien con su cometido, hasta el punto que la plaza se quedó pequeña. Tampoco desmereció el ganado.