Uno de los grupos faunísticos más conspicuos de los ambientes esteparios es el de las aves. De su dilatada presencia en estos medios dan testimonio las pinturas rupestres datadas entre 4.000 y 6.000 años a.C., durante los periodos Neolítico y Argárico, respectivamente, donde aparecen especies tan míticas como la avutarda (Otis tarda), o la perdiz (Alectoris rufa), y ya en épocas más recientes, en las "Reales Ordenanzas y Privilegios de la muy Noble y siempre Leal Ciudad de Lorca"(1527), en las que se puede leer: "Item: ordenamos, que fe pueda cazar tordos é zorzales, y otros paxaros menudos, é fifones, é gangas, é otras femejantes".
Los diferentes tipos de comunidades de aves que encontramos en los ambientes esteparios dependen, fundamentalmente, de la vegetación presente, condicionada a su vez por factores climáticos y del medio físico, y por las actividades humanas. En Murcia se pueden diferenciar varios tipos de comunidades de aves esteparias, que se corresponden con otros tantos tipos de paisajes esteparios.
En las estepas litorales (Marina del Carmolí, Mar Menor), donde la formación vegetal dominante es el albardín (Lygeum spartum), con extensiones considerables de tomillo morisco (Frankenia corymbosa) y siempreviva (Limonium sp.), las especies dominantes de la avifauna son la calandria (Melanocorypha calandra), y la terrera marismeña (Calandrella rufescens). Sorprende encontrar altas densidades de calandria en un medio que no es el típicamente cerealista, al que normalmente está asociada esta especie. Quizás indique lo antiguo de este medio, el albardinal, anterior a su sustituto y más extendido agrosistema, el cereal, en el que alcanza también elevadas cifras.
Destacar también la presencia de especies como la curruca tomillera (Sylvia conspicillata), o el triguero (Emberiza calandra). Durante el periodo reproductor, pueden encontrarse otras especies, no estrictamente esteparias, como el chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus). También abundan la codorniz (Coturnix coturnix) y el alcaraván (Burhinus oedicnemus).
En los saladares de interior como los del Valle del río Guadalentín, la comunidad esteparia está dominada por la terrera marismeña, siendo menor el tamaño poblacional de la calandria. Aparece aquí una destacable población de ortegas (Pterocles orientalis), dispersas por las áreas de saladar y cultivos cerealistas, así como de curruca tomillera que ocupa los setos que separan cultivos. Muy pocos son los ejemplares de terrera común (Calandrella cinerea) que se ven, así como de collalba rubia (Oenanthe hispanica). Durante el invierno aparecen pequeños grupo de sisones (Tetrax tetrax), de los que se quedan una decena de parejas para criar en primavera, y bandos de alcaravanes, así como avefrías (Vanellus vanellus). No es rara la silueta en vuelo, a ras de tierra, del aguilucho pálido (Circus cyaneus) en invierno, y la del aguilucho lagunero (Circus aeryginosus) y aguilucho cenizo (Circus pygargus) durante la reproducción.
Los espartales (Stipa tenacíssima) son los paisajes esteparios más ampliamente repartidos por la geografía regional. A su vez, y en función de las condiciones climáticas de menor a mayor continentalidad encontramos aquellas formaciones más cercanas al litoral, como los de Almendricos, sobre los glacis de la Sierra de Enmedio. Destacar de su comunidad ornítica el bisbita campestre (Anthus campestris), la cogujada montesina (Galerida teklae), la terrera marismeña, la perdiz roja y el alcaraván, apareciendo en menor medida bisbita común (Anthus pratensis) y terrera común. También las currucas cabecinegra (Sylvia melanocephala) y rabilarga (Sylvia undata).
En la parte central de la región, lindando con la Sierra de Espuña, se localiza el Llano de las Cabras (Aledo) un espartal en el que su avifauna se ve enriquecida por la presencia de la alondra de Dupont (Chersophilus duponti), particularmente abundante en esta localidad. Su presencia en la avifauna estépica murciana concede a este territorio la categoría de Zona de Especial Interés para la Conservación de las Aves (ZEPA), de acuerdo con los criterios de la Directiva Europea para la Conservación de Aves.
En los espartales de los extensos glacis de las sierras de Cabeza del Asno y Picacho, destaca la presencia de terrera marismeña, y de terrera común, aunque esta última y otras como sisón, ortega y calandria, aparecen solamente en calveros, pequeños viñedos, eriales, etcétera.
Los cultivos cerealistas de secano se ubican, fundamentalmente, en tres localidades, situadas al norte de la región y dispuestas de este a oeste: Derramadores (Yecla), Llanos del Cagitán (Mula y Cieza) y Llanos del Tornajuelo y Aguzaderas (Caravaca), lindando con los del norte de Lorca.
En Derramadores, destaca la presencia de la avutarda (Otis tarda), única localidad de la región en que puede ser observada. En pequeños, y en ocasiones nutridos bandos, esta especie visita durante el invierno los llanos de Yecla. Hasta hace pocos años permanecía también en la época de reproducción, no siendo raro el vistoso cortejo nupcial que realizan los machos.
También es importante la presencia del sisón, que aunque permanece todo el año resulta más visible en el invierno, y de una numerosa y estable población de ortegas. Destaca la abundancia de calandria y de terrera común, estando relegadas la terrera marismeña, collalba rubia y alcaraván a las zonas marginales de matorral y erial.
En los Llanos del Cagitán, extensos y ondulados territorios cultivados de cereal, destacan la calandria y la terrera común, que dominan sobre el resto de especies: triguero, collalba rubia, cogujadas y fringílidos. De gran importancia resulta la presencia de ortegas y sisones durante todo el año, formando grandes bandos durante la estación invernal, y disgregándose durante la época de la reproducción. No es raro ver el alcaraván y es numerosa la codorniz.
En los llanos de Tornajuelo y las Aguzaderas, quizás por su gran extensión y menor heterogeneidad, se presentan un menor número de especies. Aparecen como dominantes la calandria y la terrera común, así como el bisbita común en el invierno. Ocasionalmente se observan sisón y ortega en elevado número, y la más escasa ganga. Destaca la presencia en esta localidad de la collaba gris (Oenanthe oenanthe), junto a la collaba rubia, en la época de reproducción.
Habitualmente los cultivos tradicionales de cereal contemplan la coexistencia de hasta tres, hábitats distintos: parcelas de siembra, de barbecho (de uno o dos años) y roturados, que se alternan en el tiempo y en el espacio. Es decir, una misma parcela pasa por estas tres fases en un periodo de dos o más años, en función del tipo de suelo, climatología anual, etcétera, aunque lo habitual es el "año y vez". Esto permite que las especies puedan seleccionar, a lo largo del ciclo anual, el área que les es más favorable para la actividad que van a desarrollar en ese momento: cortejo, alimentación, nidificación, etcétera.
Los eriales circundantes tienen una producción que, aunque reducida, se mantiene relativamente estable a lo largo del año, y puede amortiguar posibles fluctuaciones anómalas de alimento.
Durante este ciclo, en número y los invertebrados terrestres que hacen su aparición en los ambientes esteparios y de secano son muchos y muy variados, destacando por su rareza el Coleóptero Taenidia deserticoloides, que habita tan sólo en contadas localidades del sudeste ibérico. Otras especies de Coleópteros terrestres de los géneros Pimelia, Tentiria, Blaps, etcétera, son muy abundantes en el medio cerealista, constituyendo junto con los formícidos (hormigas) una parte importante de la biomasa del sistema.