El ataque
La tarde del miércoles 25 de noviembre de 1936 era una más en Cartagena, aunque seguro que algunos de sus habitantes todavía se preguntaban por el significado del vuelo de aquel avión plateado dos días antes. A las 15 horas mucha gente salía de trabajar e incluso algunos esperaban los autobuses que salían con destino a los distintos barrios periféricos o a las extensas pedanías del Campo de Cartagena. Por tanto, a las 17:20 horas, aunque todavía de día, no estaban las calles de la ciudad precisamente llenas. Poco después, hacia las 17:25 horas comenzaba a oírse ruido de motores de aviación, cuando las piezas de la batería de Los Dolores empezaron a disparar contra ellos.
Las primeras oleadas provocaron muchas víctimas en lugares como la estación del FF.CC. y el muelle de Alfonso XII, además de lanzar las bombas incendiarias que marcaban la ruta de aproximación a las oleadas nocturnas. La sirena hizo que muchas personas se dirigieran a sus casas y refugios, serían las 17:30 horas más o menos, y de allí muchos ya no salieron hasta pasadas las 21:30 horas. Nunca un ''apodo'' fue tan razonable, y por eso se le llamó EL BOMBARDEO DE LAS 4 HORAS.
Recuerdo colectivo
Los destrozos en la ciudad son importantes, pero sobre todo muy dispersos. Igualmente fueron los impactos morales los más tremendos, pues la gente de Cartagena estuvo algo más de cuatro horas metida en los refugios y escuchando explosiones, sin parar, mezclándose las bombas con los disparos de las baterías de la DCA y los antiaéreos de las unidades navales. Esa sensación ha sobrevivido en los testigos más de 60 años sin el menor problema de vejez.
Al hilo de lo anterior, debemos resaltar que Cartagena quedó marcada por este bombardeo, de manera tremenda, pues después de este ataque, muchísimas personas abandonaron la ciudad. No hay cifras pero no es aventurado reconocer que tras este ataque se marcharon más personas que en todos los demás bombardeos juntos. Muchos se marcharon esa misma noche, mientras otras personas ayudaban a sofocar incendios, retirar escombros de los lugares que habían sido alcanzados por las bombas, llevar a los heridos a los hospitales, y muchas otras tareas. Fue una noche muy larga, que comenzó hacia las 22 horas.