Cuando en la mañana del día 7 de marzo el Castillo de Olite enfiló la dársena del puerto de Cartagena, pocos de sus tripulantes podían imaginar lo que el destino les aguardaba minutos después, ajenos a su propia tragedia se sentían alegres e impacientes por desembarcar, la naturaleza de las tropas a bordo de este barco estaba formada por oficiales y tropas en su mayoría muy veteranas y que habían pasado por innumerables peligros pero hasta este momento conservaban lo más preciado, su vida.
Una de las dudas surgidas por los servidores de la batería antes del disparo era el reconocimiento de quiénes eran los que a bordo de ese buque venían hacia Cartagena, incluso se llegó a decir que se trataban de tropas no constituidas por españoles sino que eran italianos y tropas moras, pero en realidad se trataban en su inmensa mayoría de soldados gallegos.
Realmente es difícil poder establecer el número exacto de tropas embarcadas en cada barco, la desorganización debió ser la tónica general en la preparación de este operativo, teniendo en cuenta que lo prioritario era la rapidez sobre cualquier otro argumento incluida la seguridad de los que embarcaban.
Un caos contínuo
El embarque empezó en la tarde del día 5 de un modo rápido y normal, las tropas embarcaban a medida que iban atracando los barcos, era tanta la premura que se recibió la orden urgentísima de salir tan pronto estuvieran dispuestos los barcos, sin esperar al embarque total de la División. A las 0 horas del día 6 partió el primer barco del puerto del Grao de Castellón hacia Cartagena, las fuerzas se distribuyeron en los distintos barcos, El Castillo de Olite tuvo que esperar a que se vaciara parte de la carga de sus bodegas, consistente en fardos de tablillas de madera para hacer cajas para naranjas, esta operación terminó sobre las 10 horas del día 6 de marzo, y enseguida comenzó el embarque de las tropas asignadas.
Sirva lo anteriormente expuesto como presentación de los que protagonizaron en primera persona los hechos que ahora comentamos, pero al margen de sus consideraciones personales, existen unas causas que conjuntamente hicieron posible aquella tragedia, causas evitables todas ellas, el presente artículo solo pretende ser un anticipo de lo que próximamente aparecerá publicado y que reflejará como causas que provocaron, primero el no poder desembarcar en Cartagena y segundo lugar el hundimiento del Olite.
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1.- Error en la preparación y planteamiento del desembarco en Cartagena; cuando en una guerra de vencidos y vencedores estos últimos no pueden asumir ningún error porque todo aquello que haya influido en la victoria es considerado como acierto, el reconocimiento de la muerte inútil de 1500 hombres se intenta minimizar y olvidar, pero esto no es más que el resultado de una mala planificación con escasa información de lo que podía ocurrir. No se valoraron los peligros que suponía mandar a unos millares de hombres a un desembarco en tales condiciones y sin las precauciones mínimas, todavía se tuvo suerte que el único barco hundido en aquellas circunstancias fuera el Olite solamente, el resumen de todo aquello puede estar en las declaraciones de un superviviente que declararía ''nos mandaron a un matadero''.
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2.- Falta de información de lo que está ocurriendo realmente en la Base naval de Cartagena, pese a la insistencia de los sublevados de que el control de las defensas de la ciudad y de lo que era más importante de sus baterías de costa estaba garantizado, lo que después se demostró que era falso, le costó el hundimiento al Olite.
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3.- El tiempo, se debía actuar con máxima urgencia, la sublevación fue débil y confusa desde el principio, necesitaba, por ello, ser reforzada inmediatamente, lo que provocó que el convoy fuera mal organizado, precipitadamente y sobre todo, que se fueran enviando hacia Cartagena, los vapores según se iban llenando de tropas, sin protección incluso sin radios, en peligro constante de ser atacados por aviones, submarinos y hasta por barcos de superficie, dado que navegaban frente a costas hostiles; y la Flota Republicana que, habiendo huido hacia Argelia, en cualquier momento podría haber dado rápidamente marcha atrás.
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4.- Falta de comunicación, parece increíble que un barco navegue solo, sin radio y sin noticias hasta su trágico final, sin que nada ni nadie lo hubiera podido impedir.
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5.- Disparidad de criterios a la hora de la organización y desarrollo de esta operación, mantenida por los mandos nacionales, en donde no se sabía bien quién daba las órdenes, e incluso muchas de estas fueron contradictorias o confusas entre el Cuartel General de Franco, el almirante Jefe de la fuerza de Bloqueo y el Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada, lo que provocó que la Orden de operaciones, fuera extremadamente confusa, breve y carente de precisión suficiente para evitar, como desgraciadamente ocurrió, que los buques se arriesgaran a acercase a Cartagena, no haciéndoles mención alguna de las baterías de costa.
Por tanto, la falta de instrucciones precisas con la que los barcos salieron a la mar fueron más que evidentes.