ANTIGÜEDAD - EDAD MEDIA
Cuevas rupestres
Existen vestigios prehistóricos que confirman la existencia de importantes asentamientos humanos en la vega del río Segura desde los tiempos más remotos. Entre Calasparra y Cieza, se han localizado yacimientos Paleolíticos (Almadenes y Barranco de los Grajos) y Neolíticos (La Serreta y Los Grajos), únicos en el Arco Mediterráneo y declarados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
De los íberos a los árabes
A partir de esta época el entorno del Río Segura ha permanecido habitado durante toda la historia, con la llegada de íberos, romanos, visigodos y árabes, respectivamente.
Los íberos fueron la primera civilización en asentarse a orillas del Río Segura y aprovechar sus recursos desarrollando la agricultura o la pesca. También aprendieron a identificar los ciclos de crecidas y sequías adaptando al río sus sistemas de cultivo.
El sistema de riegos que se estableció en la Vega del Segura fue trazado inicialmente por los árabes tras la conquista de la Cora de Tudmir, aunque ya los romanos emplearon las acequias y pequeños acueductos para facilitar su uso.
Los árabes supieron aprovechar al máximo los recursos que ofrecía el Segura, estableciendo una extensa red de canalizaciones que llevaban el agua a todos los campos de cultivo de su cuenca. Norias, molinos, puentes y otras construcciones inundaron el paisaje a lo largo del río, permitiendo el florecimiento de la agricultura.
Pero con el tiempo, el auge económico y la prosperidad generada se convirtió en un problema de masificación, derivadas de la explotación de sus riberas y el cultivo intensivo en su vega. Un problema que obligó a establecer unos sistemas de reparto de agua que se mantienen en la actualidad.
EDAD MODERNA - SIGLO XIX
Inundaciones y sequías
En este periodo la deforestación del siglo XVIII y sobre todo la de la segunda mitad del XIX tuvieron consecuencias desastrosas para el régimen fluvial.
No sólo influyó el medio ambiente con la reducción de lluvias en toda su vega, sino que la mano del hombre tuvo también un papel importante en los usos del cauce.
Los recursos hídricos medievales y de la edad moderna, hasta finales del siglo XIX, eran mayores que en la actualidad. Sin embargo, la ausencia de embalses de circulación provocó que el régimen de los cursos fluviales fuese bastante más irregular hasta 1950-1960. Por eso se producían continuas crecidas en otoño, invierno, y fuertes estiajes.
Por un lado, las numerosas inundaciones dañaban las infraestructuras de regadío y contaminaban el agua para beber, pero por otro lado contribuían a humidificar el suelo en profundidad y enriquecían sus acuíferos.
Algunas de las riadas más conocidas y catastróficas fueron, por ejemplo, la de San Calixto en 1651, con 1.700 m3/seg. y más de 1.500 muertos en Murcia, o la de Santa Teresa de 1879, con más de 1.800 m3/seg. Otras riadas importantes, que superaron los 1.000 m3/seg., se sucedieron a lo largo de los años 1946, 1948, 1973, 1987 y 1989 provocando numerosas pérdidas humanas y materiales.
SIGLO XX
Red de Embalses
Tras el auge económico y demográfico del siglo XVIII y XIX, la Murcia contemporánea se encuentra marcada por profundas sequías e importantes inundaciones, además de la guerra contra Napoleón. A mediados del XIX se produce un crecimiento económico debido a la explotación de los yacimientos minerales y al tímido inicio de la industrialización.
Las grandes obras hidráulicas no comenzaron a desarrollarse hasta principios del siglo XX, con embalses que almacenan agua de sus afluentes. A principios de siglo se construyen los embalses de Alfonso XIII, Talave y La Fuensanta, fomentando el desarrollo de los regadíos tradicionales.
En 1949 comienzan las obras preliminares de construción del embalse más grande de su cuenca: el del Cenajo, que pone en funcionamiento unos 19 pantanos y azudes para controlar todos los recursos hídricos del río y evitar además los importantes daños de las avenidas.
El 6 de junio de 1963, el Jefe de Estado Francisco Franco inauguró el pantano del Cenajo. La inauguración tuvo lugar con un espectáculo de luz y sonido. El Cenajo se encuentra en un paraje rodeado de montañas, localizándose todo tipo de especies vegetales en estado natural , con dominio del pinar sobre calizas y dolomías, dominando el pino carrasco y un sotobosque de romero, enebro y lestico. Asímismo la fauna es igual de variada: gavilanes, águilas calzadas, jabalíes, zorros, ardillas y otros menores. La abundancia de roquedos permite el anidamiento de halcoles y águilas perdiceras.
Al hablar de Cuenca Hidrográfica se hace referencia tanto a la cuenca del río como al conjunto de afluentes, ramblas y acuíferos que se distribuyen a lo largo de su eje central, distribuyendo los caudales en ambos márgenes.
En 1968 se inician las obras del Trasvase Tajo-Segura, que permiten ampliar las zonas de riego agrícola y garantizar la permanencia de las zonas tradicionales. En 1971 el estado promulgó una ley conocida como de Aprovechamiento conjunto del Tajo-Segura en la que se establecía un caudal trasvasable de 600 Hm3 en una primera fase y de 1.000 Hm3 en una segunda.
La presa Azud de Ojós fue construida en 1975 para derivar las aguas del Trasvase Tajo-Segura, y a partir de la misma, una mínima parte del caudal continúa por su cauce natural: el resto se derivó hacia la izquierda hasta el Canal de Crevillente, y desde éste, al embalse de La Pedrera (Alicante), y hacia la derecha el agua se conduce para regar los campos de Lorca y Almería. Por último, la Vega Baja comienza con la entrada del río en la provincia de Alicante.
En la actualidad, el río ha perdido gran parte de su riqueza medioambiental, especialmente a partir de la Vega Media Baja, y por ello es una de las cuencas más reguladas del mundo. Pero también es un impulso para la industria, ya que potencia los sectores de las conservas, los cítricos y el pimentón, modernizando así su agricultura.
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Frey Sánchez, A.V.: "NUEVOS DATOS SOBRE EL RÍO SEGURA EN LA MURCIA DEL SIGLO XIII", Revista Murgetana nº 104