La República y el Imperio de Roma apostaron fuertemente por la arquitectura civil, edificando grandes complejos destinados al uso público. No obstante algunas de las construcciones que mejor reflejan la ideología y el poder de los gobernantes itálicos son los edificios religiosos, especialmente los templos.
Los orígenes de estas construcciones romanas se provienen de la arquitectura de los templos griegos, de los que toman las estructuras arquitrabadas o los tres órdenes clásicos (dórico, jónico y corintio); y de los templos etruscos, de los que adoptan el arco o la bóveda.
Los arquitectos de la Península Itálica sumaron nuevas creaciones a estas construcciones como el orden toscano (similar al dórico pero con el fuste de la columna liso y basa) o el compuesto (conjunción entre jónico y corintio), la grandiosidad y monumentalidad en la escala constructiva, la solidez y funcionalidad de sus edificaciones o el carácter práctico.
Estructura
Los templos romanos se elevaban sobre un podium, accediéndose a ellos a través de unas escaleras situadas en uno de sus lados menores.
En planta podían presentar dos formas básicas: rectangular (como el templo de la zona superior del Cerro del Molinete en Cartagena) y circular (Templo de Vesta o Panteón de Roma). Los primeros, más extendidos a lo largo de las riberas del Mediterráneo, presentaban una hilera de 4 ó 6 columnas en su fachada (próstilo), además de quedar en ocasiones rodeado por columnas adosadas a los lados de la cella o cámara interior (pseudoperíptero). En esta cámara se ubicaba la imagen del dios al que se dedicaba el templo. Sin embargo el altar se ubicaba ante la fachada ya que los sacrificios a los dioses eran realizados ante el edificio y no en su interior.
Además de la escultura del dios, el interior de los templos solía decorarse con mármoles en suelos y paredes de distintas tonalidades, así como con pinturas decorativas que simulaban zócalos, cornisas o columnas. Los mármoles fueron utilizados con mayor profusión tras la creación del Imperio, en el siglo I d.C. debido principalmente a la demostración de poder y riqueza que representaba el Imperio Romano, así como a la divinización de los emperadores a los que desde la muerte de Augusto se rendía culto.
La cubrición del templo se realizaba con una techumbre de tejas a dos aguas para el exterior, y ricamente decorada en el interior con casetones de madera.
Sobre la fachada de columnas se ubicaba un frontón triangular que podía contener bien relieves o una inscripción sobre la advocación del templo.
El templo del Molinete
En la cima del Cerro del Molinete se hallaron durante la década de los 70 los restos de un templo de tipología itálica y un sacellum dedicado a la diosa siria Atargatis, datados cronológicamente durante los siglos II y I a.C.
Del templo se conservaba un basamento o nivelación del terreno de planta rectangular de 16,75 metros de largo por 11,20 de ancho, orientación noroeste-sureste, destacando la fortaleza y robustez de la construcción adaptada a las condiciones naturales del terreno, incluso aprovechando roca madre como sustento. Sobre esta roca y a su alrededor se adosaron rocas de arenisca local de 1 metro de longitud por 0,45 de anchura, colocados a soga y tizón (una cuadrícula particular), conformando la base sobre la que se apoyaría el templo.
Sobre esta base descansaría un podium de aproximadamente 1,6 metros de altura realizado también con sillares de arenisca, pero revestido con bloques de basalto de entre 30-45 de ancho por 22 cm de alto.
Por los restos conservados, en la actualidad enterrados, se ha identificado la planta de un edificio próstilo (de cella rectangular y columnas exentas en su entrada) y tetrástilo (cuatro columnas) en su frente, y posiblemente pseudoperíptero (columnas adosadas a los lienzos de muro en sus laterales y trasera).
En la fachada principal se han hallado vestigios de lo que pudo ser la base de la escalera de acceso al templo, flanqueada por rocas de arenisca con dos salientes de 1 metro de anchura (antae), llegando la suma de los dos elementos a 9,2 metros.
Aunque no se han conservado evidencias de los capiteles del templo o de la techumbre, según otros yacimientos de la Península Ibérica, sus columnas podrían ser de orden jónico y la altura total del conjunto, incluyendo podium, columnas y frontón triangular, se elevaría hasta los 8 metros.
El complejo del Cerro del Molinete se completaba con un edículo o sacellum dedicado a la diosa Atargatis, la divinidad femenina más importante del panteón sirio.