A mediados del siglo XVIII, la escasez de remeros en las galeras musulmanas, la codicia de los piratas y la vulnerabilidad de las costas del Mediterráneo hizo habituales los asaltos piratas que tenían como objetivo la captura de prisioneros. El intercambio de cautivos se convirtió en un negocio más que rentable, que contaba con estructuras propias para mantener con vida a los prisioneros y gestionar los rescates. Hombres, mujeres y niños de todas las edades se enfrentaban en las oscuras cárceles de Argel a un cautiverio en condiciones de extrema dureza, especialmente por la falta de alimentos.
En estas circunstancias no era de extrañar que, para recuperar la libertad, muchos cautivos renegaran de su religión, generalmente cristiana, y se convirtieran al Islam, llegando incluso a alcanzar gran importancia dentro de la sociedad islámica. Es el caso de Eudj Alí, antiguo pescador calabrés que llegó a Túnez en 1570 y que, a pesar de haber luchado en Lepanto contra los musulmanes, acabó por unirse a ellos. Experto marinero y conocedor de las costas, realizó numerosas incursiones por el Mediterráneo Occidental, convirtiéndose en una figura destacada dentro del mundo islámico. En este sentido, el alistamiento de renegados en las filas corsarias fue muy perjudicial para la Corona hispánica, ya que estos nuevos corsarios proporcionaban una valiosa información sobre la geografía y los puntos débiles de las costas cristianas.
Otro ejemplo de la integración social de los renegados y ex-cautivos en la sociedad islámica es Ramadán Bajá, cabrero de Cerdeña, cautivo desde niño, que llegó a convertirse en rey de Argel y que gobernaba la ciudad cuando el 26 de septiembre de 1575, durante su regreso desde Nápoles a España a bordo de la galera Sol, una flotilla turca comandada por Arnaut Mamí hizo presos a Miguel de Cervantes y a su hermano Rodrigo.
Durante los cinco años que Miguel de Cervantes permaneció en las cárceles de Argel hizo gala de una gran fuerza de espíritu y determinación, tratando de escapar en cuatro ocasiones, sin lograrlo. En mayo de 1580 llegaron a Argel los padres trinitarios fray Antonio de la Bella y fray Juan Gil. Mientras fray Antonio partía con una expedición de rescatados a tierras españolas, fray Juan Gil, que únicamente disponía de 300 escudos, trató de rescatar a Cervantes, por el cual se exigían 500. El fraile consiguió recolectar entre los mercaderes cristianos de la zona la cantidad que faltaba y de esta forma, Cervantes, la voz más ilustre de las letras castellanas, fue liberado el 19 de septiembre de 1580. El 'Manco de Lepanto' relata la historia de su cautiverio en la primera parte de su obra maestra 'El Quijote', entre los capítulos 39 y 41.