Conclusiones
Los resultados de los censos acometidos en el 2003 y su comparación con la información de contraste manejada pueden, a primera vista, sugerir que se ha producido una disminución en los efectivos de las poblaciones de algunas especies.
Esta interpretación, sin embargo, no deja de ser algo aventurada. Lo cierto es que los datos de ambas series temporales no deben considerarse directamente comparables por varios motivos. Para empezar, como ya se apuntó anteriormente, el último estudio no abarcó un ciclo anual completo (al contrario de lo ocurrido en el informe de 1991; Guardiola et al. 1991). Esta circunstancia puede debilitar algunas conclusiones preliminares, como por ejemplo, la constancia de especies que se muestran más cavernícolas en invierno como el orejudo gris (Plecotus austriacus). Por otro lado, las fechas de los censos no fueron exactamente equivalentes entre ambos periodos y no tiene sentido, por consideraciones ligadas a la biología y ecología de estos animales, comparar censos realizados en diferentes etapas de su ciclo vital. Por último, tampoco ha sido homogénea la metodología aplicada en ambos estudios, con lo que los resultados obtenidos para idénticas especies en las mismas fechas y en refugios coincidentes no son directamente comparables. Por tanto, las interpretaciones que puedan realizarse de los datos mostrados están sujetas a reservas que aconsejan medirlas con mucha cautela. La conclusión que debe extraerse de todo ello es la necesidad urgente de establecer un programa de seguimiento continuado, diseñado bajo rigurosos criterios científicos, que contemple de forma controlada tanto los aspectos relacionados con la historia vital de las especies estudiadas como los relativos a la metodología y el diseño estadístico del programa de muestreo que se aplique.
Independientemente de lo anterior, lo que si se puede afirmar es que, al menos a escala de refugio, ha existido cierta afección negativa (de magnitud variable según las localidades) en las condiciones de algunas cavidades para acoger o mantener las poblaciones de murciélagos conocidas en los últimos 20 años.
Hay evidencias de molestias frecuentes en muchas de ellas y de alteraciones en las condiciones físicas de algunos refugios, siendo llamativa la falta de control o vigilancia para evitar que esto ocurra. Así, lugares como la cueva de las Cabras se han cerrado con rejas para proteger las pinturas rupestres descubiertas en la década de los 90, sin tener en cuenta el uso que los murciélagos hacían de esta cavidad. Casos como éste se repiten a lo largo de la geografía regional; los cierres de cavidades, con motivaciones muy dispares (protección de patrimonio arqueológico, seguridad ante terceros, etc.), han afectado, hasta el punto de perder todo su interés como refugios, a localidades que se habían significado en múltiples foros como algunas de las más importantes para murciélagos en toda la Península (minas de La Celia, mina del Agua del Molino, etc.; SECEMU, 1996).
La proliferación de visitas en las épocas más sensibles (partos y desarrollo de las crías, hibernación), sin ningún tipo de autorización ni control, puede estar detrás de las disminuciones e incluso del abandono detectado en refugios tradicionales. No debemos olvidar que las cuevas son hábitats de interés comunitario y además actúan como tal para especies incluidas en los Anexos II y IV de la Directiva 92/43/CEE (Directiva Hábitats). Por tanto, la normativa comunitaria, a cuyo cumplimiento está obligado el Estado español, prohíbe taxativamente perturbar a las poblaciones de animales que las utilizan (artículo 12 de la Directiva).
El uso indiscriminado de cuevas naturales con destino al turismo de ocio y aventura es doblemente peligroso por dos motivos. Por un lado están las molestias generadas por el trasiego de visitantes en épocas críticas del ciclo vital de estos animales. Por otro, la propia definición de las cuevas en el Anexo I de la Directiva Hábitats (cuevas no explotadas por el turismo) se convierte en un arma de doble filo: autorizando la explotación turística de cavidades naturales (o simplemente permitiendo que una política de hechos consumados condicione en este sentido el uso futuro de estos ambientes) se despojaría a las cavidades afectadas de la condición que las convierte en hábitats de interés comunitario. Es decir, dejarían de ser consideradas como ¿cuevas no explotadas por el turismo¿ y por tanto, en una interpretación inadecuada de la normativa, podría hipotéticamente concluirse que ya no serían tenidas en cuenta en futuras revisiones de los inventarios de hábitats sobre los que se sustenta la Red Natura 2000. Es preciso evitar a toda costa que la inactividad de los agentes implicados, tanto públicos como privados, derive en un efecto acumulativo muy desfavorable para la conservación de los ambientes subterráneos protegidos por la normativa europea de hábitats.
Se descubren nuevas especies
Durante los dos últimos años de muestreos realizados en Sierra Espuña se ha determinado la existencia de tres especies de murciélagos que, hasta ahora, no se habían citado en la Región de Murcia, como el murciélago de nathusius (Pipistrellus nathusii), el barbastelo (Barbastella barbastellus) y el nóctulo pequeño (Nyctalus leisleri). Estas citas constituyen los primeros datos de presencia de estas especies en la Región de Murcia.
Estas especies son habitantes típicos de los bosques, por lo que su presencia puede estar indicando el buen estado de conservación de estas masas forestales, tal y como se ha puesto de manifiesto con otros bioindicadores como los escarabajos carábidos (Serrano y Gallego, 2004).
Estos murciélagos se refugian principalmente en los huecos y grietas de los árboles, buscando características tan específicas como las condiciones térmicas, la protección frente a depredadores, la altura respecto del suelo, etc.
Para mejorar las oportunidades de encontrar estos refugios, tanto para el reposo como para la reproducción, el año pasado se inició una campaña de instalación de cajas-refugio para murciélagos,denominadas 'bat-boxes'.
Desde el año 2006 el Voluntariado Ambiental de la Región de Murcia (Programa Bubo) participa en la construcción e instalación de dichas cajas, con las que se pretende mejorar el hábitat de estas escasas y amenazadas especies.