- Vélez Blanco.
Inicialmente formaron parte de las posesiones que el condestable de Navarra, Luis de Beaumont, recibió de los Reyes Católicos durante su exilio (1495-1501); pero, a partir de 1503 dependen de don Pedro Fajardo, I marqués de los Vélez (1507), quien tuvo que hacer frente a los pleitos vecinales, incentivó la repoblación (1512 y 1531), promovió la construcción de molinos hidráulicos, batanes y un tinte, apoyó decididamente la plantación de vid y, hasta mediados del S. XVII, los marqueses expidieron numerosas mercedes de tierras a los vecinos para roturar varias miles de fanegas de monte.
En la época de los primeros tres marqueses (1507-1579) se instaló en Vélez Blanco una pequeña corte, construyéndose en los alrededores del castillo las casas de la contaduría, del secretario, acemilerías y un jardín. En el propio castillo, con su excepcional patio renacentista y sus frisos tallados en pino policromado, existió una importante biblioteca de corte humanista hasta 1579.
Expulsados los vecinos moriscos (1570-71), don Luis Fajardo, que unos años antes había levantado un ejército para luchar contra los alzados, mantuvo serias disputas con la Corona a cuenta de la repoblación con familias cristiano-castellanas de fuera del Reino de Granada.
Vélez Blanco fue cabeza de partido hasta la extinción de los señoríos en los años treinta del siglo XIX y sede del alcalde mayor como juez de apelaciones, el cual presidía las sesiones del concejo.
Declarado conjunto histórico-artístico por la Junta de Andalucía en 2002, se conservan edificios y objetos de época: el castillo-palacio (1506-1515), las ruinas de la iglesia de la Magdalena (XVI), la parroquia de Santiago (XVI), el convento de San Luis (1602-10), la casa del alcalde mayor , la fuente de los Cinco Caños (XVI), el horno, el mesón, el pendón del VII marqués, reliquias de Santa Rosalía, etc.
- Vélez Rubio.
Pocos años después de su integración en el Reino de Castilla, a pesar del compromiso real de no darla en señorío, Vélez Rubio también se integró en el flamante marquesado de los Vélez de comienzos del S. XVI. En este momento era una modesta población de apenas 600-800 habitantes, pero, por su situación geográfica en el camino de Levante a la alta Andalucía, la fertilidad de su campos (especialmente su vega), la abundancia de aguas y el dinamismo de su moradores, logrará convertirse en la mayor villa del señorío granadino de los Faja do, llegando a superar a la cabeza del mismo: Vélez Blanco.
Tras la crisis demográfica que sufren casi todos los lugares, desde finales del S. XVII conoce un progresivo desarrollo urbano y poblacional hasta situarse entre las diez primeras villas del Reino de Granada. Expansión que continúa durante el S. XIX hasta su entrada en crisis a finales del mismo y durante gran parte del XX.
Conjunto histórico artístico desde 2002, las construcciones más significativas del periodo señorial son: la iglesia parroquial de la Encarnación, debida a la magnificencia del don Antonio Álvarez de Toledo, X marqués; el convento de San Francisco y el templo anexo, el antiguo palacio del Marqués (hoy, de las Catequistas) y la iglesia de San José, la antigua almazara del Fatín, las tercias de los Cabreras y el Cabezo.
- Las Cuevas de Almanzora.
Las capitulaciones en 1488 de la ciudad de Vera ponen fin a la dominación árabe e inauguran una nueva etapa: tras una breve pertenencia al Corregimiento de Vera, en junio de 1495, Luis de Beaumont, condestable de Navarra, adquiere los derechos señoriales sobre Las Cuevas y Portilla, los dos Vélez y otras poblaciones. Esta cesión temporal termina cuando Fernando el Católico (23-VI-1503) fuerza a don Pedro Fajardo a permutar Cartagena por las villas de Las Cuevas, Portilla, Vélez Blanco y Vélez Rubio.
La alcaldía mayor de Cuevas ejercía la capitalidad administrativa sobre el Señorío de las siete villas del río Almanzora. Las tierras que circundaban a las dos poblaciones, a lo largo de ambas riberas del río, eran feraces y bien dotadas de aguas de riego procedentes de la Fuente de Overa, abundante manantial a unos 11 kilómetros aguas arriba del Almanzora.
Antes de la creación del Marquesado, entre 1485 y 1498, se aposentaron en ambos núcleos no menos de cien repobladores cristianos procedentes mayoritariamente del vecino Reino de Murcia y, en menor proporción, de Jaén, las dos Castillas y el septentrión cantábrico. Sin embargo, hacia 1568, la mayoría de la población era morisca: 30 y 45 cristianos viejos, frente a más de 500 cristianos nuevos.
Deportados los últimos después de la sublevación (1568-1570), se produce una nueva repoblación que instaló a finales de 1573 (no sin enfrentamientos entre el Consejo de Población del Reino Granada y el tercer marqués, don Luis Fajardo) a 225 nuevos pobladores en Las Cuevas y 75 en Portilla.
La acción corsaria del berberisco El Dogalí, en noviembre de ese mismo año, truncó en parte el objeto de esta segunda repoblación al raptar a 243 de los recién llegados, aunque seis meses más tarde, a pesar de la amenaza pirata, se incorporan 120 nuevos pobladores. Ambos concejos se mantuvieron independientes hasta 1661, año en el que Fernando Fajardo de Toledo, después de los funestos enfrentamientos entre los habitantes de uno y otro núcleo por el reparto de las aguas para riego, suprimió el segundo para hacerlo depender del primero.
En Cuevas se conservan valiosos ejemplos arquitectónicos del señorío: el rehabilitado castillo de Marqués de los Vélez, la modificada parroquial de la Encarnación o el abandonado convento franciscano.