Religioso | Castillos | Palacios y casa de administradores | Obras públicas e industrias | Posadas | Tercias
Como toda gran casa señorial, los marqueses trataron de ofrecer una imagen propagandística de su noblez y su poder a través de diversas manifestaciones artísticas: la arquitectura palaciega y religiosa, las artes suntuarias y también la literatura, en donde podemos descatacar las alabanzas de Lope de Vega, o a Francisco Cascales con sus "Discursos históricos de la ciudad de Murcia" (1621) donde dedica una buena parte de la misma a fijar el origen mítico del linaje.
-
Capilla de los Vélez en la catedral de Murcia.
Consagrada a San Lucas, la llamada capilla de los Vélez o del Adelantado se encuentra situada en el tramo sureste de la girola de la catedral de Murcia. Se inició en 1491 y, según la inscripción que rodea la bóveda, fue acabada el 15 de octubre de 1507. Fue mandada construir como capilla funeraria por Juan Chacón, adelantado de Murcia y señor de Cartagena, y acabada por su hijo Pedro Fajardo, I marqués de los Vélez, aunque no llegó a albergar sus restos. Sin atender al diseño del resto de la fábrica de la catedral, la capilla de los Vélez ocupa el espacio destinado a dos pequeñas capillas y sobrepasa el trazado perimetral primitivo de la catedral, lo que ocasionó problemas con el concejo murciano, ya que invadió el espacio público.
Está construida mediante sillería de piedra caliza y cubierta con una espléndida bóveda estrellada de diez puntas. La capilla fue levantada por un taller distinto al resto de la catedral, como demuestran las marcas de cantero, encuadrándose en el gótico final. No se conoce, sin embargo, el nombre de su autor pero, por su maestría, la obra es comparable a la capilla del Condestable de la catedral de Burgos; asimismo muestra semejanzas con San Juan de los Reyes y la capilla de don Álvaro de Luna de la catedral de Toledo. También se han señalado analogías con el arte manuelino portugués.
-
Mazarrón, Iglesia de San Antonio de Papua.
-
A los pies del cerro del castillo del señorío de los Vélez y dentro del núcleo poblacional que se extendería en torno al castillo, se encuentra la iglesia de San Antonio de Padua. La obra, finalizada en 1581, fue mandada construir por el III marqués de los Vélez. Contaba con un capellán propio para facilitar los ritos religiosos a los trabajadores de la villa y así mantenerse al margen del pago de impuestos por este concepto a la Iglesia de Cartagena.
-
Existente desde la Edad Media, la fortaleza fue reconstruida y ampliada por don Pedro Fajardo después del levantamiento comunero de los vecinos de la villa. Para conseguir la autorización de Carlos V para las obras tratóde vincular la construcción a un pasado. La arquitectura del castillo es renacentista, de carácter defensivo y de formas simples. Está situado sobre un peñasco de roca. De las dos entradas, a una de ellas se accede mediante la parte alta de la muralla y torreones del antiguo alcázar musulmán además de un puente levadizo. Contiene cuatro elementos diferenciadores: una torre del homenaje, una nave central con bóveda de cañón, un adosado a la nave y un aljibe.
Las obras se realizaron en cuatro fases: la primera es muy tosca, la segunda y tercera fase se terminan con la torre del homenaje y el aljibe, respectivamente, y la fase final acaba con la bóveda de cañón, escalera del sótano, mazmorras y aljibe.
-
Dependiente del concejo de Lorca, se fue organizando el núcleo poblacional llamado "Casas de los Alumbres de Almazarrón", en torno al recién fundado castillo de los Vélez, a cuyo amparo se situará también la casa del marqués de Villena. La Corona castellana concedió el privilegio de explotación de las minas a ambos marquesados. De su estructura interna hoy no se conserva prácticamente nada. Se sabe por los testimonios escritos de principios del siglo XX que tenía en ese momento diferentes estancias, restos de pavimentaciones, puertas con dinteles de caliza labrada, decoraciones realizadas a base de estucos rojos, elementos decorativos, escalones y diversas construcciones subterráneas.
La administración de un territorio tan extenso, distante y diverso, junto con la ausencia casi permanente de los señores de sus territorios, exigía la delegación de funciones a una serie de administradores, personas de total confianza de los marqueses que defendían sus intereses, controlaban el cumplimiento, velaban por la ejecución de las disposiciones de la casa en el ámbito de sus competencias y mantenían permanentemente informados a los lejanos señores.
Tanto para el alojamiento de estos fieles servidores, como para la eventuales estancias de la familia señorial con ocasión de algún excepcional acontecimiento, se dispusieron una serie de casas, mansiones o palacios de los administradores; por lo general, extraordinarias edificaciones, adaptadas a la importancia de cada oblación, diseñadas al gusto de la época, levantadas con materiales nobles y dotadas de los servicios necesarios.
Sin duda, el más señalado sería el desaparecido palacio de los marqueses de los Vélez en Murcia, pero también destacamos los aún existentes en Mula y Vélez Rubio. Entre los desgraciadamente perdidos señalamos las casas de Cantoria y Vélez Blanco.
Entre las obligaciones de cualquier casa señorial se hallaba el acrecentamiento de las industrias locales y los sistemas de producción, aspectos que, indudablemente repercutían positivamente en sus propias rentas señoriales, podían incrementar la riqueza de determinados grupos o familias poderosas, pero también mejoraban las condiciones de vida de sus vasallos, especialmente cuando las mismas alcanzaban la categoría de públicas o generales.
Actualmente disponemos de documentación, noticias y testimonios físicos tangibles que demuestran de forma palpable que, especialmente durante la segunda mitad del s. XVIII, se acometieron o autorizaron una serie de obras y actuaciones destinadas a fomentar la riqueza de los pueblos: alumbramiento y encaminamiento de aguas para extender la superficie de riego, construcción de nuevas tercias, mejoras técnicas para incrementar la capacidad productiva de molinos y almazaras, etc; o bien de protección de los casos urbanos.
Las deficientes infraestructuras de caminos y alojamientos en la España del Antiguo Régimen obstaculizaban el progreso social y económico del comercio y los intercambios, dificultando unos fatigosos e inciertos viajes que, en aquella época, se convertían en penosos, peligrosos e insufribles recorridos.
Aunque se conocen algunas edificaciones anteriores (Posada del Mesón en Vélez Rubio), durante el siglo de las luces, al socaire de las actuaciones de la Corona y e imbuidos del espíritu ilustrado de progreso y mejora de las condiciones de vida de sus ciudadanos, tanto don Antonio Álvarez de Toledo Guzmán, como su hijo, don José MaríaÁlvarez de Toledo Gonzaga (X y XI marqueses de los Vélez, respectivamente), destinaron recursos, esfuerzos y desvelos por levantar posadas dignas.
Entre los derechos jurisdiccionales de los señores territoriales se hallaban el cobro de una variada gama de impuestos, generalmente, en especie.
De manera que era preciso disponer de grandes almacenes donde albergar en óptimas condiciones los productos recogidos de los vasallos. A tal fin se levantaron numerosas tercias distribuidas por todo su territorio marquesal.
Aún hoy , afortunadamente, perviven numerosas construcciones de ladrillo y piedra, casi todas originarias del S. XVIII, ubicadas en diversos pueblos del antiguo marquesado, blasonadas con las armas de sus erectores; unque, algunas transformadas debido a usos posteriores y, lo que es peor , en malas condiciones o ruinosas.