De forma intermitente, en las riberas de sus arroyos encontramos plantaciones lineales de chopo lombardo dibujando la forma serpenteante de los diversos regatos. Con la llegada del otoño, estos pequeños bosquetes de chopos alcanzan su máximo esplendor y es en esta época cuando cambian su color verde del verano para mostrar una paleta de colores que van del naranja al amarillo.
Las riberas del río y arroyos se encuentran muy perturbadas, prácticamente sin vegetación de ribera, que aparece de manera puntual y a retazos. Los suelos predominantes en la zona están formados a partir de depósitos aluviales y coluviales recientes. Se caracterizan por recibir nuevos aportes de materiales a intervalos variables de tiempo.
Pueden encontrarse dos tipos: el primero lo forman aquellos susceptibles de alcanzar una elevada productividad cuando se presentan condiciones adecuadas de topografía y clima, estas condiciones se dan en las zonas de fondo de valle, zonas usadas tradicionalmente como de huerta y plantaciones de frutales; el segundo tipo de suelo es el que nos encontramos al separarnos del valle y adentrarnos en las laderas que lo rodean. Se trata de suelos escasamente evolucionados, debido a los procesos de erosión. Su uso más frecuente es el cultivo cerealista de secano.
Entre la vegetación presente en la zona cabe destacar los sabinares, en concreto de sabina albar. Los pinares también están presentes, sobre todo el pino laricio, aunque en menor medida. También hay presencia de pino rodeno y carrasco. En zonas más resguardadas pueden aparecer pequeños macizos boscosos mixtos de caducifolios con arces, mostajos y quejigos, a los que acompañan gran número de especies espinosas y arbustos caducifolios como el rosal, el agracejo, el endrino, etc.
Existe otro tipo de vegetación que no está tan influenciada por el clima general de la zona, sino que depende de la especificidad del medio. En este caso se trata de la vegetación ribereña que se encuentra condicionada por el agua freática disponible y las condiciones especiales de los ecosistemas riparios.
Se pueden encontrar también restos de bosque de galería en esos suelos de fondo de valle de gran riqueza agrícola que hemos descrito anteriormente. El paisaje ha sido trasformado desde tiempos inmemoriales por el hombre, tanto, que la vegetación sólo aparece inalterada de modo muy puntual en el río Alhárabe y sus principales afluentes, que cuentan con presencia de agua durante todo el año.
La escasez y la precariedad de la vegetación circundante son un escollo en la calidad de un hábitat que presenta un potencial inimaginable de desarrollo biológico. Multitud de especies de gran interés se ven presionadas a abandonar el lugar o, simplemente, a desaparecer. Por ello se han reforestado 30 km de la cuenca del río Alhárabe en Moratalla con árboles de 15 especies diferentes y más de 50.000 arbustos de origen autóctono que han regenerado el hábitat de este afluente del Segura. El chopo lombardo ha sido la planta protagonista pero, junto a ésta, se han utilizado fresnos, olmos, sauces, tarays, álamos, etc.
Entre las especies de fauna son especialmente significativas las escasas poblaciones de nutria (Lutra lutra) que, junto con el galápago leproso (Mauremys leprosa), el odonato (Coenagrion mercuriale) y diversos taxones de quirópteros (Miniopterus schreibersii, Myotis blythii, Myotis capaccini, Myotis emarginatus, Myotis myotis, Rhinolophus euryale, Rhinolophus ferrumequinum, Rhinolophus hipposideros, Rhiolophus mehelyi) están incluidos en programas de protección de especies a nivel europeo.
También está designada la zona como ZEPA, en la que encontramos especies como el búho real (Bubo bubo), halcón peregrino (Falco peregrinus), cigüeñuela (Himantopus himantopus), alcavarán (Burhinus oedicnemus) y chova piquirroja (Phyrrocorax phyrrocorax).
En la serranía próxima se hallan áreas naturales de máximo interés. Aún diezmadas por los cazadores furtivos, aquí encuentran abrigo las últimas cabras montesas. En la Serrata y en el collado de Orbarroya hay extensos bosques de sabina albar con ejemplares milenarios; en las laderas de la peña de Moratalla están los mejores carrascales; pinos de Cazorla en las cumbres y en la sierra de Villafuerte abundan endemismos béticos únicos en el planeta. Rapaces, jabalíes y pequeños mamíferos viven en este paraíso castigado por los incendios, el exceso de caza y las canteras.