Boda y estancia en Riopar
La estancia del autor jumillano en Riopar fue beneficiosa en todos los aspectos, contrajo matrimonio con María del Pilar Vicente Toda, recuperó poco a poco el sosiego y la tranquilidad necesaria para calmar los ánimos y comenzó con nuevos bríos su andadura literaria.
De modo que en 1942 se presenta al concurso de comedias convocado por el Teatro Español de Madrid con su obra La niña del boticario. Aunque el jurado (estaba integrado por Eduardo Marquina, Melchor Fernández Almagro, Alfredo Marqueríe y Cayetano Luca de Tena, entre otros) declara desiertos los premios, recomienda una serie de obras, que no llegaron a la quincena, entre las que estaba incluida la de Guardiola.
Años más tarde esta comedia fue transformada en opereta, aportando la música el también jumillano Julián Santos Carrión. También durante este mismo año un libro de poemas Dulcisonía del amor filial y otros poemas fue acreedor de un accésit en el certamen "Polo de Medina", publicándose durante ese mismo año.
Como la comarca de Riopar padecía frecuentes epidemias de paludismo, pues las márgenes del río Mundo eran un foco de infección frecuente por la acción de los mosquitos, marchó a Madrid y luego a Navalmoral de la Mata (Cáceres) para tomar parte en una serie de cursillos sobre Hematología y Paludismo.
Gran producción literaria.
Durante la estancia de Guardiola en Riopar concibe una gran cantidad de obras, tanto de poesía y teatro como de narrativa y zarzuela que si no las acaba, al menos las bosqueja. Así escribió obras de teatro como Milagro en el mar (1941), El astrólogo fingido (1944), El peregrino del amor (sobre los años 40) y Retablo del Condestable (sobre los años 40); en cuanto a narrativa termina Las dos eternidades (1944).
En 1947, Radio Nacional de España convoca un concurso de zarzuela: Lorenzo Guardiola se presenta junto al maestro Santos Carrión que aporta la música, con la zarzuela titulada Los Gerifaltes, que es galardonada con un accésit. La zarzuela fue estrenada por la compañía lírica de Francisco Bosch en el Teatro Apolo de Valencia, obteniendo un gran éxito de público y crítica.
Sin embargo, Lorenzo Guardiola da por finalizada su estancia en Riopar en 1948. Han sido ocho años muy productivos tanto a nivel profesional como literario, pero deseaba ardientemente regresar a Jumilla, pues la añoranza de su ciudad natal, de la familia, de los amigos era más fuerte que el cariño que aquellas gentes le profesaba.