Moratalla en la época Almorávide
El hîsn de Moratalla
Durante toda la alta Edad Media, Moratalla y su comarca disfrutaron de un poblamiento rural caracterizado por un hábitat disperso. Los habitantes de las alquerías (pequeños cortijos o asentamientos rurales) vivían de la agricultura, de la explotación de ganado menor y de la explotación de la madera de los frondosos montes; esas habrían sido las principales actividades económicas.
Quizás fuera Moratalla uno de los 33 hûsun o castillos fortificados que menciona el geógrafo árabe del siglo XII, al-Zuhrî, cuando describe la Sierra de Segura: "La Sierra de Segura es una zona montañosa densamente poblada y fértil, donde las cosechas, ganados y frutales producen en abundancia. Hay aldeas (qura), ma`qil (refugios de altura), hûsun (lugares fortificados), son unas 300 aldeas y 33 hûsun al sur de esta Sierra nace el río Segura, el que baja hacia Murcia y su región".
Entre los asentamientos que configuran la Cora de Tudmîr o provincia del sureste peninsular, el de Moratalla (hîsn Muratalla, en árabe) se convertiría a partir del siglo XII en uno de los hûsun o núcleos fortificados más relevantes. El término árabe hîsn (plural hûsun), evidencia que los moratalleros musulmanes fueron capaces de constituir un núcleo que se encontraba a caballo entre lo urbano y lo rural. Era una población de inferior categoría a una ciudad (o madîna) pero de mayor importancia administrativa y económica que una simple alquería o cortijo de carácter rural.
No sabemos de qué ciudad dependía el castillo de Moratalla, en los primeros siglos de dominio musulmán pudo depender de Mula, pero desde mediados del siglo XII pudo tener mayores lazos de dependencia con la pujante ciudad fortificada de Segura de la Sierra, en cuya comarca natural se inscribe el territorio moratallero. Bajo su control administrativo y económico mantuvo un amplio territorio castral (ver interactivo alfoz) que incluía otras pequeñas poblaciones o alquerías del entorno, así como castillos de menor entidad como los de Priego y Benízar.
La llegada de los almorávides
Ese era el estado de cosas en los últimos años del siglo XI, cuando muy lejos, en el Magreb occidental, surgía un nuevo movimiento político y religioso en el seno de una tribu bereber del sur, los Lamtuna, fundadores de la dinastía almorávide. La caída de Toledo en manos cristianas y el fracaso musulmán en el sitio de Aledo tuvieron graves consecuencias en la historia de España (ver vídeo).
Los almorávides, una vez asentados en la península ibérica, pronto consiguieron detener la presión cristiana y controlar la región occidental, donde Sevilla se convirtió en la capital administrativa. En la mitad oriental de Al-Andalus, los ejércitos organizados desde Murcia participaron en las guerras de la frontera catalano-aragonesa, pero la resistencia del Cid en Valencia resultó difícil de erradicar y también fueron frecuentes las incursiones cristianas en territorio murciano, entre las que destaca la protagonizada por Alfonso el Batallador.
Hacia el año 1140, en plena crisis de la dinastía almorávide, aprovechando su desconcierto y debilidad, el suegro de Ibn Mardanîsh, Ibrahim ibn Hamusk se sublevó en Sûquvus (Socovos) localidad albaceteña muy cercana a Moratalla, apoderándose al mismo tiempo de Segura de la Sierra. Es muy probable que Ibn Hamusk dominara también el castillo moratallero y ejerciera su control sobre su extenso territorio. Su alianza con el emir Ibn Mardanîsh, que durante algún tiempo dominó buena parte del Levante peninsular, le permitiría dominar toda la Sierra de Segura y la provincia de Jaén.