El gran poder de los Fajardo
El cénit del poder de la familia Fajardo se alcanzó a finales del siglo XV, sobre las bases establecidas por Pedro Fajardo a lo largo de todo el reino murciano.
La construcción de la capilla familiar en la catedral de Murcia, o la concesión del Marquesado de los Vélez representan el dominio y poder ostentado por los Fajardo, un linaje que dominó la escena murciana durante un amplio periodo de tiempo.
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Pedro Fajardo, adelantado mayor y regidor del concejo de Murcia
Aprovechando la compleja situación política que vivió Castilla durante aquellos años, Pedro Fajardo se hizo con el poder absoluto del reino de Murcia (ver vídeo). En la capital, además de obtener de la Corona la tenencia perpetua de sus alcázares, consiguió manejar a la oligarquía local e incluso fue reconocido como regidor del concejo, por lo que controló a placer las decisiones del gobierno municipal.
Sanción real
Así, cuando los Reyes Católicos accedieron al trono de Castilla, no tuvieron más remedio que confirmar todos los cargos y mercedes que tenía el adelantado. Era la única manera de aplicar la autoridad monárquica en el reino de Murcia. Sin embargo, los Reyes consiguieron, a través de la política matrimonial, incorporar el linaje a sus designios políticos. Luisa Fajardo, hija única del adelantado, casó con Juan Chacón, un miembro de la corte de Isabel la Católica.
La Capilla de los Vélez
No obstante, el nuevo adelantado tras el fallecimiento de Pedro Fajardo (1482) llevó a cabo una política continuista en muchos casos. En Murcia, su poder se hizo sentir ordenando construir una espléndida capilla en un lugar preeminente de la iglesia catedral (ver vídeo), lo que provocó el estrechamiento de una calle y su enfrentamiento con el concejo, saldado obviamente, a favor de Chacón, que pudo mostrar a todos los murcianos la magnificencia de la Casa de los Adelantados.
Altercado con el obispo de Cartagena
La obra fue acabada por su hijo y heredero del mayorazgo murciano, Pedro Fajardo Chacón, quien asumiría el cargo en 1503. Precisamente, aquel mismo año, su implicación durante un altercado en Murcia contra el obispo de Cartagena le llevó al destierro, aunque el fallecimiento de la reina Católica al año siguiente forzó a Fernando el Católico a rehabilitar al adelantado quien, durante los años siguientes, continuaría con la tradición familiar de controlar los órganos rectores de la vida municipal murciana.