El siglo XV supone para Lorca la consolidación final de un modelo de ciudad que, heredero de su pasado bajomedieval, se perpetuaría durante los dos siglos siguientes: una urbe referente tanto en los campos orientales del reino de Murcia como, tras la Guerra de Granada, en los occidentales del antiguo reino nazarí.
Ganaderos y agricultores
En el aspecto económico, se reforzó la mayoritaria dedicación ganadera (principalmente para la producción lanera). Los más poderosos de la ciudad eran los dueños de los grandes ganados que aprovechaban los enormes pastizales en los que se habían convertido los campos lorquinos durante años de abandono.
Por lo tanto, cuando comiencen a aparecer las primeras roturaciones, fruto del crecimiento demográfico de la ciudad, los agricultores se encontrarán con la oposición de los propietarios ganaderos, que veían peligrar la libre circulación de los rebaños. A pesar de ser una centuria compleja y violenta, el desarrollo económico hizo que se reforzasen los lazos comerciales principalmente con Murcia.
Expansión de la ciudad
A finales de siglo existe un intento del concejo lorquino para rehabilitar la defensa del puerto de Águilas, lo que nos indica de nuevo las buenas perspectivas mercantiles. Fruto de todo ello es el aumento del número de vecinos de Lorca y el crecimiento urbano de la ciudad, que poco a poco va ocupando zonas bajas del cerro: se reocupan las parroquias de San Mateo y Santiago y, al otro lado del Guadalentín, surge una nuevo arrabal, llamado San Cristóbal. Precisamente, el 5 de marzo de 1442, Juan II le concedía a la villa el título noble ciudad de Lorca (ver documento).
Mención aparte merece Mazarrón, nacido en el seno del término municipal lorquino gracias a la explotación del alumbre (un mordiente textil) en la segunda mitad del siglo, que disfrutó de un crecimiento demográfico sin precedentes en la costa murciana.
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- Jiménez Alcázar, J.Fco.: "MODELOS SOCIALES EN LA LORCA BAJOMEDIEVAL. APUNTES DE VIDA COTIDIANA", Revista Murgetana nº 095