El clavo de olor, Syzygium aromaticum, es una especia originaria de las islas Maluku o Molucas. Se trata del capullo de la flor del árbol clavero obtenido tras secarlo durante algunos días al sol. Su forma es semejante a un clavo pequeño, de color oscuro, con un aroma agradable y un sabor fuerte, algo picante.

Historia

Fue introducido en los países occidentales de Europa por la expansión árabe hacia el oeste, aunque anteriormente ya era conocido puntualmente por los romanos debido a la Ruta de las Especias dominada por ellos durante los primeros siglos d.C.

En la Edad Media, concretamente a partir del siglo XVI, los portugueses se harían con la distribución de clavo gracias al territorio ganado mediante el Tratado de Tordesillas. Los precios de esta especia ascenderían de forma desorbitada. Un siglo más tarde este dominio pasaría a mano de comerciantes holandeses que desarrollarían su consumo y uso en Europa.

Usos

El clavo ha sido utilizado a lo largo de la historia como remedio natural para un gran número de enfermedades o dolencias como por ejemplo el dolor de cabeza, la impotencia o la fluidez en la circulación de la sangre. Pero también se apoyaron en él como un remedio para ahuyentar demonios y malos espíritus, principalmente en India.

La medicina actual, tras diversos estudios, habla del beneficio de su uso moderado como antiséptico, anestésico y antiinflamatorio.

Gastronomía

En la cocina mundial el clavo aromatiza y condimenta numerosas preparaciones a base de legumbres, carnes o pescados, pero también frutas y dulces.

Es usual encontrarlo en estofados y escabeches, pero además combina muy adecuadamente con frutas, aromatizando macedonias y ponches, en especial con  manzana.