En el mercado
Si buscamos dorada en la pescadería o el mercado las piezas deberán permanecer expuestas en una superficie inclinada para una mejor visión del ejemplar en su totalidad, sobre una base de hielo picado que mejora su conservación y frescura, evitando el crecimiento de bacterias que pueden suponer un proceso acelerado de putrefacción.
La calidad del pescado se puede apreciar si la carne mantiene una consistencia y textura firmes, el color de las agallas tiende al rojizo, sus ojos no se han hundido y permanecen brillantes, además de reconocer aún un olor marino suave, no desarrollado plenamente.
Si vamos a llevar a casa algún ejemplar de dorada es conveniente esperar hasta el último momento para adquirirlo, transportarlo durante el menor tiempo posible, limpiarlo bien e introducirlo inmediatamente en la zona más fría de la nevera, consumiéndolo el mismo día o al siguiente. También se puede congelar, guardando todas sus propiedades nutritivas y sabor de 4 a 5 meses.
En la mesa
Previamente a elaborar sabrosas recetas con la dorada es necesario una limpieza a conciencia, ya que posee grandes escamas difíciles de eliminar. Una vez que se ha limpiado resulta muy sencillo separar las espinas y obtener de ella filetes o lomos completos.
La dorada, al igual que otros pescados, se puede elaborar de muy diversas formas: en guisos como la caldereta en zonas del Mediterráneo (junto a lubinas, rapes o pescadillas), en asados, a la brasa, calderos, al horno o a la espalda. No obstante, en ningún libro de gastronomía española puede faltar una de las recetas más significativas de las que se elaboran con este pescado: la dorada a la sal.
En la Región de Murcia es común utilizar pescados para combinarlos con otros productos del mar, resultando de esa unión platos como la dorada del Mar Menor rellena de bogavante.
La elaboración de caldos de pescado también puede contar entre sus ingredientes con la dorada, pero para que resulte con un sabor más pronunciado es necesario añadir mariscos, verduras y hortalizas.