Marcos Laborda Gil (1752-1822)
El municipio de Caravaca de la Cruz cuenta, entre sus personajes célebres, con algunos artistas relevantes, algunos de ellos escultores e imagineros, como es el caso de Marcos Laborda Gil, escultor que trabajaría a camino entre el último barroco del siglo XVIII y el renaciente modernismo del XIX.
Marcos Laborda nació en Caravaca un 18 de junio de 1752, siendo hijo de Pedro León Laborda y Juan García de Naves, matrimonio que formaría una familia de 6 miembros.
Buena parte de su biografía se basa en los documentos notariales existentes. Así, sabemos que en 1783 le arrienda una casa en la calle Colegio Viejo al presbítero Ginés Garcia. Redacta su testamento en 1797, y por él sabemos que su primer maestro escultor fue José López Pérez, uno de los discípulos de Salzillo. En el testamento deja como herederos a sus hermanos y al hijo de su maestro.
Los documentos vuelven a referirse al arrendamiento de su casa en el Colegio viejo a la compra de diversas propiedades a partir de 1800, tanto en Caravaca como en poblaciones vecinas como Barranda.
Según un padrón de 1815 sabemos que vivía en el barrio de Mairena y que era soltero.
Su obra está dedicada íntegramente a la imaginería. En 1809 termina varios altares para la catedral de Murcia y siete crucifijos. En 1816 rehabilita imágenes de la Iglesia Parroquial de San Mateo de Lorca, concretamente un san Juan Nepomuceno y un San Francisco de Borja, ambas destruidas en la guerra civil del 36.
Tallaría imágenes para Santo Domingo de Mula, una Virgen de las Angustias, para San Diego de Lorca una Virgen de los Desamparados y una Virgen del Carmen. Pero, sin duda, su obra más destacada es el conocido "beso de Judas" para El Salvador de Caravaca, el Cristo del Prendimiento, obra que sería exhibida en la exposición Ibero-Americana de Sevilla de 1929.
Dentro de la misma iglesia del Salvador se encuentran otras obras suyas, un san Blas, un San Pascual Bailón, un san Antonio y una Dolorosa.
Para las clarisas de Caravaca tallaría una copia de la Virgen de las Angustias de Salzillo. Y se le atribuyen diversas obras en Yecla y Lorca, además de un Buen Pastor de 1817 de la colección particular de Miguel Jiménez Cisneros.
La obra de Laborda, del que siempre se trabaron especulaciones sobre su discipulado con Salzillo o Roque López, es heredera sin duda del candor de las obras barrocas del primero y toda la tradición salzillesca que otros escultores se afanarían a lo largo de años en mantener. A la pureza de las formas hay que añadir la calidad de carnaciones y acabados, técnicas estas últimas que, con el paso de los años, se han ido perdiendo ante el costo de los procesos de policromía y la falta de demanda del público.