150 x 150 cm. 1981.
Esta obra estuvo en la exposición realizada en Sevilla en 1992 y es un homenaje a la pintura pompeyana. En el centro aparece el retrato del panadero Publio Próculo y su mujer, sobre el que gira el resto de la escena, que se nos presenta compartimentada en una especie de misteriosas casillas numeradas, que son como moradas de nuestra memoria, dispuestas a acoger dentro de ellas lo más íntimo de nuestros sentimientos.
Es el último cuadro que Pedro Cano realizó en Roma antes de marcharse a Nueva York, donde residió durante cinco años.
La maleta
127 x 127 cm. 1984.
Es uno de los primeros trabajos realizados en América y el modelo fue un baúl recogido en la calle.
El artista, a su llegada a Nueva York quiso volver a recorrer y, por lo tanto, a pintar su pasado.
El cuidado tratamiento de lo matérico de la maleta se expande inundando todo el cuadro.
Esta obra parece pertenecer a un momento en el que Pedro insiste en que sus figuras sean más ausencias que presencias, y, por lo tanto, el diálogo entre lo material y lo inmaterial se palpa.
127 x 127 cm. 1984.
Aunque el escenario sea similar de las anteriores camas, el clima sereno se ha perdido completamente en este óleo y una sensación trágico expresionista recorre el cuadro.
El lecho aún mantiene las huellas de la persona que se acaba de levantar. Un nuevo juego entre la presencia y la ausencia que nos lleva a un pintor italiano, Domenico Gnoli, maestro también en el tratamiento de estas escenas tan íntimas.
Se mantienen los tonos verdes y el sentido de la ausencia como elemento primario, aquí subrayado por la foto de boda que corona la cama.
La cama verde
87 x 153 cm. 1985.
Una simple caja vacía y una mesa en perspectiva son los únicos elementos de este trabajo, donde, como a veces dice el pintor, lo importante es pintar, más allá de la representación.
El hecho de elevar a objeto pictórico una simple caja de madera y el juego de rojos y azules, plasmado audazmente en un escenario completamente verde, son los elementos más interesantes de este trabajo.
82 x 82 cm. 1985.
La sencillez de ciertos elementos y objetos son tomados en consideración por Pedro Cano en Nueva York, como iconos de un mundo paralelo, que sigue vivo aunque no esté siempre presente.
La humilde regadera de lata, que parece luchar con la materia de la cual surge, es la protagonista de este trabajo.
La acentuación del informalismo, que conforma el fondo del cuadro, evidencia el contacto de Cano con el mítico universo del expresionismo abstracto norteamericano.
Cama y presencia
133 x 180 cm. 1986.
Posiblemente, ahora, más cercano al espectador y menos a la memoria, aparece el lecho, una sutil presencia-ausencia lo cubre como un paño mojado y, como un palimpsesto de vida y muerte, acaricia la superficie de las sábanas.
62 x 145 cm. 1987.
Nadia Fusini escribió de Pedro Cano en Nueva York que éste había seguido pintando en esta ciudad con el eco que llevaba de Europa. En estos depósitos de agua, que coronan muchos edificios de Nueva York, se puede ver esta relación con el mundo clásico, que a veces confunde estos depósitos con antiguos templos, e incluso, en otro orden de ideas, podemos establecer referencias con los pajares de Monet.
200 x 280 cm. 1988
El estudio de Cano en Nueva York estaba situado en una azotea de la calle 7 en el East Village.
Pertenecen a una serie que se expuso en Colonia, Bolonia, Bolzano y Roma. La exposición se titulaba '59 East 7th Street', o sea, la dirección del pintor en Nueva York.
En estos dos cuadros nos exponen lo que sentía al mirar desde la ventana de su estudio en Manhattan. Como gran amante del cine, estos trabajos son un homenaje a la película de Alfred Hitchcock 'La ventana indiscreta'.
Es la mirada del espectador, la que interpreta la bulliciosa imagen de una Nueva York 'menor', en una sinfonía de color y materia.