El pintor Pedro Cano posee un estilo propio que ha perdurado a lo largo de su obra, dentro siempre de un realismo mágico.
Su singularidad artística, estriba en que va más allá de la mera copia de la naturaleza, centra su mirada en la vida de las cosas y las representa llenas de pasión contenida. Se detiene en lo que va encontrando a su paso, una flor, una puerta, un río, una azotea, ya que para el artista lo importante no es el punto de partida, el motivo en sí, sino simplemente pintar.
Las obras de Pedro Cano están inspiradas en la observación directa de la naturaleza, donde la huerta murciana y la vega del Segura cobran especial protagonismo. Los numerosos viajes realizados por el artista y la historia reciente universal son temas destacados en el repertorio de Cano.
Y todo ello lo realiza valiéndose de varias técnicas, ya sea el óleo, el pastel, la acuarela o simples lápices de colores.
En una entrevista efectuada con motivo de una exposición en la Universidad de Murcia, el pintor blanqueño definía así su arte: 'no pretendo que mi pintura sea algo meramente decorativo; porque yo necesito contar historias en mi pintura y que exista una simbiosis entre la misma pintura y el contenido; porque no se puede desvincular nada del contenido del cuadro. A muchos les interesa la forma; a otros, la materia; a mi, el contenido total'.