En 1940 se trasladaría a la Estación Naval de Mahón, donde contrajo matrimonio con Rita Pagán Meca, formando pronto una familia de 7 miembros, uno de los cuales, Manuel Ardil Pagán, tomaría con los años el relevo paterno de la dedicación a la escultura.
A partir de 1945, y ya de vuelta en Cartagena, volvería a esculpir, participando en una exposición colectiva en la librería Escarabajal con un autorretrato.
Su maestría a la hora de modelar retratos y bustos lo haría pronto popular en los medios artísticos y sociales, y entre el año 1946 y 1947 serían numerosas las referencias en prensa a su obra.
Entre sus amistades se contaban la del pintor Vicente Ros, los poetas José Benítez, Casimiro Bonmatí y Luzzy y los escultores Gil Riquelme y González Moreno. En Madrid conocería a José Capuz y a Sebastián Miranda.
En 1953 recibe un importante encargo, las esculturas de los cuatro santos cartageneros que adornaban la calle de las 4 esquinas, obras de Salzillo perdidas y que Ardil reprodujo con fidelidad a la inspiración salzillesca.
Entre sus obras religiosas se cuentan, además, una alegoría de San Juan para la Hermandad California, unos medallones para el trono del descendimiento y la Inmaculada para la plaza Risueño, dibujada por Rafael Puch López.
Con los años, y debido a su enfermedad, su producción artística iría menguando, dando ya un simbólico relevo al trabajo artístico de su hijo, Ardil Pagán. El 5 de febrero de 1976 el escultor fallecía, dejando tras de sí una obra no muy numerosa pero sí destacada, en especial en sus retratos de bulto redondo, y con la valía de haber sido producida por un artista autodidacta, admirador de Salzillo y de las obras de Cellini, Rodin, Capuz y González Moreno.