El proceso de crecimiento de la villa se justifica ante el proceso de repoblación tras la reconquista cristiana y, de manera más acusada, tras el fin de las incursiones moriscas. A finales del siglo XIV se concedió una carta de poblamiento a Mula, lo que favorecía significativamente la repoblación de la villa, cuyo nivel demográfico se había visto perjudicado por el abandono continuado de las tierras de labranza cercanas a los márgenes del río.
Durante las décadas posteriores a la Reconquista, el sudeste peninsular experimentó una grave crisis demográfica y económica, sobre todo las zonas más próximas a la frontera con el reino de Granada (Lorca). Los monarcas castellanos intentaron revitalizar estos territorios concediendo beneficios de todo tipo, con el fin de atraer a nuevos pobladores que ocupasen el territorio recién conquistado.
Crecimiento urbano
En este sentido, coincide el crecimiento de la villa con la secuencia histórica que determinaría el avance de los planes de repoblación, previstos desde la concesión del Fuero de Córdoba por parte de Fernando III, que facilitaba la administración autónoma de la villa de realengo con la creación del Concejo propio. Las sucesivas expulsiones de la población morisca tras la conquista de Granada en 1492 harían que los niveles demográficos fluctuaran, cuestión que repercutió no sólo en el desarrollo urbano, también en el desarrollo económico de la zona, ya que la falta de mano obra repercutía en los trabajos del campo.
La entrega de la villa en el siglo XIV a la familia Fajardo, en recompensa por los servicios prestados a la Corona, también afectó al desarrollo urbano, toda vez que Pedro Fajardo impulsará, a principios del XVI, la construcción del Castillo que aún domina el municipio. Al primer abandono de los campos roturados del exterior de la zona amurallada continúa una repoblación significativa tras el fin de la Reconquista en el siglo XV. Con la expulsión definitiva de los moriscos en 1614 vuelve a estancarse el desarrollo urbano de Mula, y no volvería a tener un hito constructivo importante hasta 1741, con la construcción del pósito de grano.