Las noticias llegadas desde las poblaciones de Cartagena y Alcoy, así como los retenes impuestos por las Milicias de Voluntarios, provocaron en la ciudad de Murcia un ambiente de tensión y temor ante posibles cambios y enfrentamientos políticos que produjeran el derramamiento de sangre.
De ello dan fe noticias publicadas donde se habla de carreras urbanas por la simple explosión de pólvora en un cigarrillo provocada por una broma, o la propia incertidumbre mostrada en La Paz de Murcia sobre posibles altercados como el incendio de una fábrica, dudando de si fue algo provocado o no.
En definitiva, una sensación de inquietud, también mostrada en la escasa presencia de gente por las calles, algo extraño en una ciudad bulliciosa y mediterránea como Murcia en pleno verano (12 de julio). Así como en la anulación de las elecciones municipales por el abandono de las mesas electorales ante la ausencia total de electores, o la escasa presencia de huertanos en un jueves de mercado en Santo Domingo.
Incluso la propia estructuración del periódico La Paz de Murcia es un indicativo de esa inquietud, predominando absolutamente la presencia de noticias referentes al tema cantonal, incluyendo hechos sumamente insignificantes como el cambio de sitio de los retenes o del armamento de los regimientos. A lo que se une la gran presencia de noticias y rumores llegados desde Alcoy, Cartagena y otras poblaciones durante varios días, la publicación de manifiestos llamando a la lealtad de la República o las continuas noticias publicadas a lo largo de todo el mes sobre rumores de la llegada de tropas gubernamentales a la ciudad.
Por ejemplo, el 18 de julio se publica en la prensa un manifiesto de Antonio Gálvez tranquilizando a la ciudadanía ante los rumores de que las tropas cantonales abandonarían la ciudad ante la llegada del ejército de la República. El 20 de julio diarios como El Imparcial, publican que las tropas podían llegar desde Albacete y La Correspondencia desde Valencia. El 30 de julio publica La Paz de Murcia la llegada de 700 Guardias Civiles a Albacete, 1.200 a Almería, creando gran inquietud en la ciudad, a lo que se añade la llegada de miembros de este mismo cuerpo a Orihuela, según el diario El Cantón Murciano. Más tarde se habla del reforzamiento de Alicante con 300 Guardias Civiles.
Antes este ambiente de inquietud, la Junta realizó múltiples llamamientos a la población asegurando el mantenimiento del orden público, y su propia retirada para no emprender luchas de sangre, todo esto con el fin de mitigar la alarma de la población.
Pero a pesar de estos llamamientos asegurando la paz en la ciudad, el análisis de las fuentes permiten detectar la presencia de una fuerte emigración de ciudadanos murcianos. Sin duda este hecho fue resultado del temor ante la posible llegada de las tropas centralistas, pero tampoco se pueden descartar otras causas, como represiones de tipo político o la deficitaria situación en la seguridad ciudadana, como de hecho queda bastante claro cuando al caer la Junta, La Paz de Murcia informa de la llegada de muchas familias huidas debido a las detenciones practicadas al no pagar los impuestos requeridos.
Este movimiento migratorio debió ser considerable, ya que se publica que escaseaban los tartaneros para cubrir la demanda de transporte fuera de la ciudad. El principal lugar de destino era Alicante, marchándose familias enteras en busca de seguridad, lo que deja claro que el movimiento cantonal en Murcia despertó grandes temores entre la población, creando un ambiente de preocupación e inseguridad ante posibles enfrentamientos, especialmente por los movimientos bélicos que se realizaban en la ciudad y por los propios medios de la Junta para adquirir recursos. Incluso varias familias gitanas acamparon alrededor del Reguerón temiendo el conflicto bélico en Murcia.
Pero cuando realmente se desató el pánico en la ciudad fue a principios de agosto, cuando las noticias y los rumores de la llegada de tropas definitivamente se disparan. Por ejemplo, destaca que el lunes 4 de agosto se marcharon varias familias pudientes de la ciudad en gran número de carruajes, incluso a píe. De hecho parece ser que era tal la soledad de las calles de la ciudad, que la noche del miércoles 6 de agosto se escaparon tres vacas corriendo por la ciudad y no hubo que lamentar ningún tipo de daño personal, ya que apenas se encontraron personas a su paso. O incluso noticias indirectas de un diario madrileño como El Popular, hablan de una Murcia desierta, con un ambiente donde los ánimos estaban muy exaltados, como lo muestra las quejas de los diarios El Popular y La Paz de Murcia sobre los gritos que propiciaban los vendedores de El Noticiero sobre noticias falsas que creaban gran alarma en la ciudad.
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