Huerta tradicional cultivada en las proximidades de Murcia
Huerta tradicional cultivada en las proximidades de Murcia
Murcia enclave ambiental
Mirlos
Mirlos
Murcia enclave ambiental

La "Huerta de Murcia" se extiende a lo largo de la llanura por donde discurre el río Segura y su afluente, el Guadalentín, comúnmente llamado, a su paso por Murcia, "El Reguerón"; cuyas aguas, tantos beneficios y desventuras han ofrecido en el discurrir del tiempo a las gentes de esta tierra. A lo largo y ancho de esta llanura fluvial, a la que flanquea un relieve miopliocénico de calizas y conglomerados, en el que emergen los cabezos permotriásicos de Espinardo, Torres, Monteagudo, Esparragal y las Peñicas, se distribuyen el resto de pedanías y el casco urbano de la capital.

Murcia es una ciudad fundada en el año 831 por Abd-Al-Rahman II en un enclave privilegiado, en el centro del Valle del río Segura. Gracias a su favorable situación geográfica, en un rico valle no lejos del mar, la agricultura y la artesanía se desarrollaron rápidamente.

De la importancia que alcanzó en la época árabe, da buena idea la muralla que la circundaba, algunos de cuyos restos aún son visibles en diferentes lugares de la ciudad. Tenía 95 torres y, quizás, 15 metros de altura. Una importancia que queda, también de manifiesto, en los numerosos hallazgos arqueológicos, como los de tipo palacial, realizados en el Convento de las Claras. De esta época ha sobrevivido la distribución por barrios de la Medina Islámica y parte de la toponimia del callejero: calle de la Acequia, de los Álamos, Zoco, Aladreros, Albudeiteros, Alfareros, Almohájar, del Almudí, Azucaque, Caravija o Almenara, espacio donde se encendían grandes hogueras para advertir del peligro inmediato.

La ciudad no hizo sino incrementar su importancia tras su conquista por el rey Alfonso X (1266), cuando se fundó en ella la Universidad y se convirtió en sede episcopal.

Fue en el siglo XVIII cuando alcanzó su apogeo: la nacionalización de la explotación de la Huerta y el desarrollo de la industria de la seda enriquecieron la ciudad, que se dotó de un conjunto de monumentos religiosos y civiles de gran unidad de estilo. De hecho, podría afirmarse que Murcia es la capital del Barroco Español.

La Huerta y el Río

Murcia no se entiende sin su Huerta. Extendida por toda la Vega Media del Segura, ocupa la llanura en declive entre dos cadenas montañosas paralelas, por las que discurre el río Segura en su marcha hacia el mar. Este río, que históricamente, ha vertebrado el territorio, la economía y la cultura de la Región de Murcia, a lo largo de su curso ha ido creando vegas muy fértiles aprovechadas desde siglos por sus pobladores. Hace unos 1.100 años, los árabes decidieron aprovechar la enorme riqueza de estos suelos, haciéndolos de regadío y creando, con ello, la Huerta. Para ello concibieron un sistema de riegos completo y transformaron en regadío estas fértiles tierras de la llanura. La Contraparada, de origen romano y perfeccionada por los árabes, es el punto de partida de un sabio aprovechamiento de las aguas, que hace que éstas se introduzcan en la Vega para que, mediante multitud de acequias que se ramifican, puedan llegar hasta puntos muy distantes de ambas márgenes del río, propiciando desde hace siglos el cultivo de frutales, cítricos y hortalizas. Las llamadas "aguas vivas", procedentes del río, se partieron con un azud o dique de contención (llamado Contraparada desde el siglo XVIII).

Desde entonces, la Huerta y el río Segura son los principales referentes que caracterizan el paisaje, la historia y la cultura de nuestro municipio, una extensa matriz vegetal alimentada por las aguas del Segura.

La fauna y flora huertana

La gran variedad, tanto de cultivos como de jardines, ofrece un bonito colorido sobre verdes resplandecientes, en la que se refugia una amplia fauna.

Las zonas mejor conservadas albergan una vegetación y fauna singular asociada a estos ambientes. Entre ellas, destaca el paraje de la Contraparada, lugar en el que se ubicó la presa árabe que favoreció la distribución del agua del río Segura, y la ampliación progresiva de la Huerta.

Muchos son los animales que se han habituado a convivir con los humanos. Aves, insectos, anfibios, reptiles y mamíferos tienen, todos ellos, representantes en la Huerta. Los huertanos han ido denominando a sus vecinos, los otros moradores de la Huerta, con nombres particulares de su zona. Así, todavía se oyen palabras como "tordas" para identificar a los mirlos comunes, ave emblemática quizás de la Huerta, o "cardeneras" para los jilgueros.

Las palmeras datileras son un elemento característico del paisaje de la Huerta de Murcia, y se distribuyen aleatoriamente, salpicando las zonas de cultivos.

El Castillo de Monteagudo y su entorno constituyen una buena representación del paisaje tradicional huertano, además de ser un área de gran interés arqueológico e histórico. Desde el Santuario de la Fuensanta, la fértil Huerta ofrece, en todas las tonalidades de verde, una vista incomparable y de extraordinaria belleza. Sin embargo, también merece la pena ver la Huerta desde dentro y contemplar el espectáculo para los sentidos que ofrecen los frutales y las flores.

Como elementos destacables de vegetación, es importante citar el Pinar de Churra, que alberga un conjunto de ejemplares monumentales de pinos piñoneros.