El 25 de diciembre, a las tres de la tarde, se inició el primero de los encuentros. La Condomina registró la mayor entrada de su corta historia. Según cuentan las crónicas se dieron cita casi 6.000 espectadores, en un campo cuyas comodidades distaban mucho de ser las de décadas posteriores. Las alineaciones fueron las siguientes:
REAL MURCIA: (Camiseta roja, pantalón negro): Juseph; Pagán, Pardo; Montoro, Largel, Mateu; Ariño, Campius, Albaladejo, Castro y Ortiz
REAL MADRID: (Camiseta blanca, pantalón negro): Martínez; Escobal, Quesada; Sicilia, González, Mejías; Muñagorri, Moraleda, Monjardín, Úbeda y Del Campo
El arbitraje corrió a cargo de Fernando Servet, Presidente del Colegio de Árbitros murciano y hermano del jugador del Real Murcia, Sebastián Servet.
Se inicia el partido
Poco después de iniciarse el partido llegó el primer tanto del Real Murcia, conseguido por Castro tras aprovecharse de mal despeje de Escobal para batir a Martínez de un fuerte disparo. La ovación fue indescriptible. Sin embargo, nada más sacar de centro, Muñagorri logró el tanto del empate en una acción que fue muy protestada por los jugadores murcianistas quienes entendían que el delantero madrileño había marcado el gol con la mano. Más adelante, una pared entre Castro y Albaladejo finalizó con un tanto de este último, que volvía a adelantar a los locales en el marcador. Después de un dominio infructuoso del Real Madrid, Castro hizo el 3-1 tras aprovechar un balón suelto. Con este resultado acabó la primera parte.
Durante el descanso, los espectadores se felicitaban por el gran partido que estaba realizando el Real Murcia. La opinión generalizada era la de que los allí presentes estaban asistiendo al momento más brillante de la aún corta historia del equipo, si bien albergaban serias dudas sobre el desenlace del partido, habida cuenta del potencial del equipo madridista.
En el segundo tiempo, ambos equipos dispusieron de numerosas ocasiones para marcar, pero la buena actuación de ambos cancerberos propició que no se moviera el marcador en los últimos cuarenta y cinco minutos. Durante la segunda parte, se dio la curiosa circunstancia de que el centrocampista local Montoro se tuvo que retirar del terreno de juego por una lesión, pero eran tantas sus ansias por jugar que pidió no ser sustituido y regresó al campo varios minutos después.
La anécdota de Monjardín
El delantero madrileño Monjardín, cuya presencia había despertado una gran expectación entre los aficionados, no tuvo su día y pasó desapercibido. Además, fue protagonista de una curiosa anécdota que demuestra la escasa disciplina interna que existía en los clubes de fútbol en aquella época.
Al finalizar el partido, un directivo del Cieza se acercó al jugador madrileño y le ofreció una cantidad económica para jugar con el equipo de esta ciudad un encuentro que se debía de celebrar al día siguiente y que enfrentaba al conjunto ciezano y a la Unión Deportiva de Murcia. El jugador aceptó la oferta y, sin contar los verdaderos motivos de su marcha a la directiva madrileña, (dijo que tenía que viajar a Madrid por asuntos personales) abandonó a sus compañeros que tenían que disputar al día siguiente el segundo partido ante el Real Murcia, para viajar a Cieza a jugar el encuentro para el que había sido contratado.
Esa misma noche se tuvo conocimiento de que un tren de pasajeros que cubría el trayecto entre Murcia y Madrid había descarrilado entre las estaciones de Blanca y de Cieza, y que, posteriormente, había chocado contra un tren de cercanías que no había podido ser avisado por la rotura del telégrafo. A consecuencia del choque falleció el maquinista del segundo tren y durante algunas horas hubo una gran confusión sobre el alcance del accidente. Algún confidente, nervioso por lo sucedido y temiendo que el jugador podía haber resultado herido, contó cual había sido la razón de la marcha de Monjardín. Al final todos se tranquilizaron cuando se supo que el accidente no lo había tenido el tren que había salido desde Murcia, sino el tren que procedía de Madrid. En cualquier caso, este hecho sirvió para que se conocieran los verdaderos motivos de la deserción del delantero madrileño. No ha sido posible comprobar si, finalmente, Monjardín jugó aquel partido con el Cieza.