Obra
Raimundo de los Reyes ejercitó con acierto sus facetas de periodista, crítico literario y teatral, ensayista, editor, fundador de revistas, etc. Pero es, sin duda, en su faceta de poeta lírico en la que De los Reyes destacó de manera más notable.
A lo largo de su obra emplea diferentes seudónimos: Luis Romera de Neydos, Hilarión, T.A. Tral, Chispitas.
Infancia y juventud: aproximación a la Generación del 27
Las primeras obras de Raimundo de los Reyes muestran la proximidad y analogía con las obras de los representantes de la Generación del 27, es el caso de Campo (1927), Abecedario (1929) y Tránsito (1934), ésta última de gran tensión lírica debido a que expresa el dolor que sintió ante la muerte de su madre, Isabel Martínez.
Esta primera etapa de su vida y obra coincide también con el inicio de su andadura periodística, compaginando esta actividad con la literaria y en la que funda, junto con José Ballester, Página Literaria y el Suplemento Literario. También será el impulsor de Sudeste, revista y editorial.
Madurez: etapa madrileña
En 1935 Raimundo de los Reyes se traslada a Madrid donde continúa su actividad periodística y literaria participando en diferentes periódicos y creando espacios radiofónicos sobre literatura para Radio Nacional de España.
Pero esta dedicación al periodismo no le impide continuar su dedicación a la poesía y publica Árbol (1942), que sería el último libro publicado por la editorial Sudeste y en el que resulta patente la influencia de la poesía de Jorge Guillén.
Últimos años: poesía religiosa y poesía satírica
En los últimos años de su vida, Raimundo de los Reyes cultiva una poesía de profunda religiosidad escribiendo Nueve sonetos al Cristo del Rescate (1949) y Cancionero de la Preciosísima Sangre (1951), en los que se puede comprobar la influencia de clásicos como Fray Luis de León y en los que se manifiesta la devoción que el poeta murciano sentía por las imágenes de los pasos murcianos.
Pero también en la última etapa de su vida se inclinará por una poesía satírica que plasma en los Ripios del día de Luis Romera (1958), poesías costumbristas reflejo del cotidiano deambular madrileño.
Dos años después de la muerte del poeta, salen a la luz sus dos obras póstumas editadas por la Real Academia Alfonso X el Sabio, Un ángel me acompaña y Los caminos del silencio, de temática religiosa, trasmiten la gran madurez alcanzada por el poeta.