Historia de la iluminación en Totana
El 13 de octubre de 1856 el ayuntamiento publicaba el pliego de condiciones de la convocatoria para la instalación del alumbrado público que consistiría en 40 faroles y 4 farolas. Fue Pedro Serigón quien se hizo cargo de las construcciones necesarias y obras de instalación por 4.800 reales, y el 18 de noviembre tenía lugar la inauguración. A comienzos del siguiente año se sacó a subasta el alumbrado incluyendo la provisión de las 88 arrobas de aceite calculadas como necesarias (3.960 reales), el farolero (1.500 reales) y los arreglos y posibles reparaciones (500 reales). Previendo una posible ampliación, se hacía constar en esa misma convocatoria que cada farol nuevo se pagaría a razón de 12 reales mensuales. El horario de encendido sería desde el anochecer hasta las 12 de la noche, de octubre a marzo, y hasta la 1 de la madrugada durante los meses restantes.
En enero de 1863 la situación laboral debía ser considerablemente mala puesto que se ofrecen al ayuntamiento, para las dos plazas de sereno existentes, cuatro vecinos dispuestos a repartirse no sólo el trabajo sino también el sueldo. Para 1867 los faroles son ya 75 (para una población cercana a los 2.300 habitantes) y se encienden, según qué meses, catorce noches (mayo, junio, julio y agosto), quince noches (septiembre, octubre, marzo y abril) o dieciseis noches (noviembre, diciembre, enero y febrero). El subastero del momento era Gabriel Meca y cobraba 700 escudos anuales por el servicio.
Mientras los faroles de 1867 iban aumentando paulatinamente: a 81 en 1868, a 83 en 1883, a 97 en 1884, hasta llegar a 129 en 1885, también se incrementaron los puntos de iluminación, algunos de los cuales habrían de ser cambiados. Otro sistema de iluminación vial, nuevo y al que lenta pero inexorablemente se encaminan los municipios es la electricidad. Así el 19 de enero de 1896 Joaquín García Morato y Cánovas presenta una propuesta en representación de la British and Goreing Trading C0.Ltd. de Londres. Sin embargo, este primer intento no obtuvo resultados positivos al igual que el de 1900 cuyo proyecto contemplaba la instalación de 300 lámparas de 16 bujías o 400 de 12 bujías. Habrá que aguardar a 1904 para que se formalice algún compromiso. La inauguración del alumbrado eléctrico tuvo por fin lugar el día 1 de septiembre. Sólo un mes más tarde, ochenta vecinos encomiaban el nuevo sistema pero se quejaban de deficiencias en el servicio y de escasez, por lo que el ayuntamiento se propone de inmediato mejorarlo elevando las 5.500 pesetas del contrato a 7.000,- pesetas. En octubre de 1905 la empresa comenzó a solicitar servidumbre de paso con objeto de transportar energía hasta Alhama, lo que ocasionó una firme protesta de Electra Alhameña. Como anécdota cabe reflejar que en ese mismo mes denunciaba un robo en sus almacenes de Totana poco verosímil: oro, diamantes, coral, seda, monedas...
Los tiempos eran económicamente difíciles para todos, clientes y empresarios. Los esfuerzos por conseguir mayor cantidad de energía, aparte de la producida por la propia empresa, chocaban con la falta de pago del ayuntamiento. Así las cosas, en enero de 1921 Napoleón Monzó pedía que se le pagasen los atrasos que ascendían a 28.800 pesetas y daba para ello facilidades (400 pesetas en 72 mensualidades), pero de no obtener correspondencia, amenazaba con no restablecer el servicio interrumpido. Para 1926 el presupuesto anual para este servicio era de 18.000 pesetas.
En 1927 Electro Totanera sufrió comercialmente la incursión, en su propio territorio, de una empresa rival: Electrica Alhameña, que consiguió permiso para vender fluido tanto al ayuntamiento, para determinadas zonas de Totana, como a particulares. En 1905 Electro Totanera ya había intentado, aunque entonces infructuosamente, sentar este mismo precedente en Alhama.
En 1929 la sequía impidió a Electro Totanera la producción de fluido y en 1938 hubo dificultades hasta para comprar leña, problemas que finalmente le hicieron cerrar el 18 de febrero. De inmediato el ayuntamiento contactó con Joaquín Payá de Eléctrica del Segura y, en sólo cinco días, se firmó contrato por una cuantía de 12.000 pesetas anuales. Como pasado el tiempo Payá no cobrara, inició pleito contra el ayuntamiento. Desde Totana esta empresa inició una expansión hacia Lorca (diciembre de 1939) manteniéndose en todo el Valle del Guadalentín durante un cuarto de siglo.