En enero de 1830 Lorca es una de las primeras poblaciones murcianas que se embarca en el proyecto del alumbrado público estando su Ayuntamiento seriamente preocupado por los graves problemas de inseguridad nocturna de sus calles. No obstante, las dificultades a salvar son muchas. Los ediles se quejan de las malas cosechas y la escasa recaudación, pero el Ayuntamiento, a pesar de ello, se hace cargo del costo y manda fabricar los primeros faroles. Entonces se planteó el segundo problema, el mantenimiento y para resolverlo se habla de establecer un "arbitrio módico" % sobre casas o bien ocho maravedíes por arroba de vino, lo que podría permitir una recaudación de 9.000 maravedíes.
En los siguientes meses se solicita a los vecinos un donativo gracias al que pueden fabricarse otros 50 faroles que, no obstante, todavía no alcanzan la cantidad de los que se consideran necesarios. Y a continuación, de nuevo, vuelve a plantearse el tema del mantenimiento y se calcula que: cada farol precisa al día media cuarta de aceite, por lo tanto, los 50 consumen media arroba diaria, o lo que es lo mismo, 15 arrobas al mes y 180 al año; con las noches de luna queda reducido el volumen a una tercera parte. El arbitrio solicitado se concedió en enero de 1834, no estando exentas ni las iglesias.
A pesar de todo ello, no debieron ir muy bien las cosas cuando en 1841 se volvía a insistir en los mismos temas. Se encarga entonces a Pedro Osorio que realice un inventario de los faroles existentes y su ubicación, se estudia la situación de la ciudad y se calcula que son necesarios aún 96 faroles más, con un presupuesto de 11.448 reales para el que no hay fondos suficientes. Así pues, se solicita otro nuevo arbitrio, una vez más sobre el vino, lo que se consigue en abril de 1841 y ocasiona una grave protesta de los vinateros.
Primeros pasos
En los años finales del siglo, el presupuesto anual fue de 13.500 pesetas y constituyen el momento en el que el ayuntamiento inicia los trámites necesarios para sustituir el tipo existente de iluminación por la novedosa luz eléctrica. La primera convocatoria es de mayo de 1894 con una previsión para 525 luces de 16 bujías. Al año siguiente se vuelve a realizar otra licitación pública, variando ligeramente las condiciones. De nuevo, en 1897, ante la falta de licitadores, se abre una nueva convocatoria especificando que el proyecto a seguir es el de Alfredo Mengotti, estudio que estaba tasado en 15.000 pesetas y con un presupuesto anual de 24.820 pesetas. Parece ser que esta convocatoria si tuvo eco y se comprometió a la instalación G.A. Maurel, si bien, su representante solicitaba en febrero de 1898 una prórroga del plazo inicial acordado para la construcción de la línea.
La inauguración oficial tuvo lugar el 23 de junio de 1900 con un gran banquete celebrado en el Teatro Guerra. Poco antes, en el mes de abril, una nueva solicitud presentada por José Agustí Sala, llegaba al Ayuntamiento. El Sr. Agustí pretendía ocupar, con una red eléctrica de alumbrado, algunas calles de Lorca y el puente sobre el Guadalentín. La empresa Sociedad General de Centrales Eléctricas, cuyo representante en Lorca era el mencionado Pedro Rosell, se situó en la Alameda de Menchirón y estaba constituida por 3 máquinas de vapor que accionaban a su vez 3 dinamos de corriente contínua de 100 cv. cada uno.
En 1903 eran 906 las farolas que permitían el alumbrado público, pero la situación económica no debía ser boyante para las arcas municipales puesto que en 1906 se acuerda reducir la intensidad de la iluminación. Para 1909, salvadas las dificultades, el ayuntamiento extiende el alumbrado al barrio de San Cristobal, Santa Quiteria y el Quijero.
La empresa adjudicataria por aquél entonces, que tenía proyección nacional desde su central en Bilbao, fue vendiendo sus concesiones que quedaron reducidas a tres poblaciones: Lorca, El Escorial y Marchena. Desde entonces pasó a denominarse Loresmar. Después vendió la concesión de Lorca al Sr. Urbina quien creó la Sociedad Electra de Lorca. En 1915 fue adquirida por el propietario del pantano de Puentes, el duque del Infantado, Joaquín Arteaga y Echague.
El año de 1924 fue especialmente activo. Se crea una nueva empresa eléctrica cuyo artífice es Eloy Puche Felices. Pero enseguida van apareciendo otras fábricas de fluido eléctrico como las de: Antonio Martínez López, en el barrio de San Cristóbal; Vicente Olcina Franco, en Sutullena; José Molina Martínez que solicitó autorización para establecerse en 1924, en Puerto Lumbreras, donde instaló meses después 6 bombillas. También intervinieron en el negocio eléctrico Bienvenida Martínez Mora, empresario del Teatro y Salón de Actualidades quien decide producir su propia energía para locales y varios anuncios luminosos de la ciudad con una pequeña central que instaló en la calle Espartero. En 1930 Electra de Lorca fue comprada por Juan A. Martínez Méndez quien a su vez la arrendó a Antonio Martínez López.
Entró entonces en escela la empresa Eléctrica del Segura (creada en 1909 por Joaquín Payá) que compra la de Eloy Puche y entra en competencia con Electra de Lorca, empresa que suministraba la electricidad desde el camino de la Rambla de Totana hasta una caseta de transformación que tenía en la misma Lorca. En 1954 Electra de Lorca y Eléctrica del Segura fueron absorbidas por la Sociedad El Chorro, que a su vez fue comprada por Sevillana de Electricidad en 1967.