En 1863 surtía el combustible para el alumbrado público Pedro Martínez y lo hacía por 588 reales mensuales. Arreglaba los faroles Pedro García. Los serenos, que percibían un salario mensual de 60 reales, eran José López e Ignacio Yuste Puche. Pero al año siguiente el primero dejó su puesto y fue sustituido por Pascual Abellán Martínez. También los vendedores de combustible cambiaron, siendo ahora Juan José Guardiola y José Navarro Lencina. Se encargó de las reparaciones a Pedro Lozano Gutiérrez. A finales de ese mismo 1864 se produjo de nuevo un relevo en el proveedor de combustible, esta vez a favor de Luis Bernal y Jiménez, por 2.500 reales trimestrales, precio que en 1865 y 1866 subiría hasta 185 escudos, siendo el subastero José Guardiola Sánchez
En 1869 la inestabilidad política que se padecía generaba una desconfianza que se reflejaba incluso en las actas capitulares cuando aludían a que, con vistas a la subasta pública a celebrar, se exigiera al rematante el total del remate como fianza. Sólo tres años más tarde, en septiembre de 1872, se acordaba extender el alumbrado a las zonas nuevas de la población al tiempo que se aprobaba la creación de una cuarta plaza de sereno. Para 1889 ya existían seis serenos y un cabo.
El 19 de noviembre de 1894 el Ayuntamiento, presidido por Francisco Palazón Ramírez aprobaba la instalación de una central de luz eléctrica. El presupuesto inicial se elevaba a 125.000 pesetas, cantidad de la que se acordó ingresar una primera mitad en el Banco de España para su entrega en el momento en que llegasen 'máquinas, calderas, dinamos y cables'. Se daban así los primeros pasos para dotar a la ciudad de alumbrado eléctrico, pero mientras esto pasaba de proyecto a realidad, el petróleo continuó siendo la base de la iluminación vial. En 1898 el subastero era Angel Atienza Jiménez, año que resultó considerablemente gravoso para el Ayuntamiento ya que tuvo que reponer farolas y sillares que habían sido destrozados por el agua en el muro de contención de la rambla de la Alquería.
El Centro Industrial y de Consultas Electrotécnicas Isaac Peral, de Madrid, se comprometió, a través de su representante Alejandro Pérez Vil, a realizar las obras de instalación necesarias para electrificar Jumilla en seis meses con una prórroga de dos. Las condiciones del contrato estipulaban: una concesión del servicio, en exclusiva, por 30 años, los precios de cada lámpara y el horario. Por su parte, la empresa se comprometía a devolver el anticipo recibido de 62.500 pesetas en diez años. Comenzaron las compras de materiales e incluso la instalación de postes y cableado, pero graves problemas se fueron acumulando: retraso en las entregas, incumplimiento de plazos, prórrogas, el fallecimiento del propio Peral, en Berlín el 22 de mayo de 1895, contribuyeron a revocar el contrato definitivamente en octubre de ese mismo año. A continuación se intentó subastar, en dos ocasiones, el material eléctrico que acabó siendo vendido a precio de saldo, desmontando incluso el cableado. Así concluyó el primer intento de electrificación del alumbrado.
Mas intentos y la consecución definitiva
El segundo intento lo afrontaron los hermanos Antonio y José Segura Sánchez mediante una propuesta que presentaron en octubre de 1899, pero en enero del siguiente año tuvieron que solicitar la rescisión del contrato por no poder cumplir lo estipulado en el mismo.
El tercero y definitivo tuvo lugar en 1900 y como protagonista a la empresa Molinos del Segura, radicada en Archena, que se ofrecía a construir una línea de 40 km de longitud para suministro de fluido al alumbrado público. Aceptada la propuesta por el Ayuntamiento, Jerónimo Ruiz Hidalgo, acabando por inaugurar el 22 de agosto de 1901.
Dando un salto en el tiempo, nos situamos en abril de 1915 y vemos como Eugenio María Espinosa de los Monteros y Abellán, barón del Solar de Espinosa, solicitaba una concesión para suministro de energía. La línea iría desde Omblancas, a 3 km del casco urbano, hasta unos molinos (harinero y aceitero) y a su propia casa. Para ello solicita servidumbre de paso a 28 propietarios. El verano de 1922, en vísperas de la festividad de San Pedro, estaba el pueblo en plenas fiestas cuando la empresa Molinos del Segura dejó a la ciudad sin luz desde las 9 de la noche por fallos internos de funcionamiento.