Aunque podíamos pensar que los objetos de adorno aparecidos entre los ajuares funerarios de la necrópolis del Cigarralejo pertenecieron a las mujeres ibéricas, hay que señalar que no faltan en muchas tumbas con armamento o con herramientas y útiles de trabajo, es decir, en tumbas con el típico ajuar masculino, algún objeto personal y/o de adorno. Las joyas y adornos aparecen indistintamente en tumbas masculinas y femeninas, si bien, ciertos tipos quedan relegados a un uso exclusivo de los hombres, como las grandes placas y hebillas de cinturón.
Las mujeres
Las mujeres portaron como parte principal de su adorno collares, la mayoría elaborados con pasta vítrea o de hueso y piedra. También hay colgantes de bronce, plata o pasta de vidrio normalmente piriformes, aunque no faltan otros más elaborados en forma de paloma o de bellota y, excepcionalmente, el colgante de un horus egipcio, de fayenza, procedentes de la tumba 180 o dos cabecitas áureas pertenecientes a una misma joya, adornadas en el pelo con una roseta.
Las íberas usaron caracolas o conchas marinas y vértebras de pez (t. 267). Abundan los aguijones o punzones de hueso con la cabeza bellamente labrada, bien con motivos geométricos incisos, bien en forma de ave. Los anillos más usuales son de bronce, ya sean laminares o con chatón decorado, a veces con una roseta o, normalmente, con otro motivo actualmente inapreciable y, por último, de hilo de bronce trenzado o enlazado.
Las pulseras de bronce y los pendientes de oro, plata o bronce completarían el panorama. No se han conservado demasiados pendientes, pero suelen ser de pequeño tamaño y presentan una forma amorcillada o de creciente lunar con una bolita colgando, lo que apenas coincide con las representaciones iconográficas pétreas en donde aparecen las damas entronizadas, como la del Cigarralejo, ataviadas con joyas de gran tamaño que no se han documentado en dicha necrópolis. Como objetos de uso personal que paralelamente tendrían una finalidad práctica y ornamental, destacar las fíbulas, principalmente las anulares hispánicas y las de la Tène, de entre las que sobresale la fíbula anular de oro de la tumba 213; los botones, algunos decorados con una esvástica y las pequeñas pinzas depilatorias fabricadas en bronce. Todas estas joyas se pudieron guardar en cajas de madera o de cerámica, como la representada en un fragmento escultórico del Cigarralejo.
Tumbas masculinas
Respecto a los hombres, llevarían pequeños pendientes amorcillados de oro laminar en forma de creciente lunar o con una decoración de soguilla. Aunque escasos, no faltan los brazaletes de bronce o torques de este material, con los extremos terminados en bellotas, como el de la tumba 149, fíbulas, hebillas de cinturón en bronce, ya sean anulares o en forma de herradura o las grandes placas de hierro con nielados de plata. Finalmente destacar varios apliques de pasta de vidrio decorados con una cabeza femenina o con una esfinge, como los procedentes de la tumba 204 y las grandes pinzas depilatorias con los brazos calados y elaboradas en hierro. No es extraño encontrar en tumbas masculinas alguna cuenta de collar de pasta de vidrio o fusayolas.