Cerámica de cocina y vajilla de mesa
Un componente de gran relevancia dentro de la cultura material ibérica es la cerámica, debido tanto a su abundancia como a la diversidad formal de la misma, donde queda patente que la sociedad ibérica está plenamente desarrollada y cuenta con un sinfín de recipientes que cubren todas las necesidades económicas, sociales, domésticas o suntuarias-religiosas del hombre ibérico.
Comprende recipientes de distinta tipología que van desde los grandes vasos de almacenamiento de sólidos o líquidos (trigo o cebada; vino, cerveza, aceite o miel), hasta una completa serie de formas de vajilla fina o de mesa como platos, páteras, fuentes, vinagreras, oinochoes (jarra), ensaladeras, copas y cantimploras, que indica la existencia de un cierto refinamiento en las costumbres culinarias de los iberos, ya que cada individuo disponía de una vajilla de uso personal, siempre decoradas con bellos motivos geométricos complejos (sectores de círculo, melenas, líneas, bandas o círculos concéntricos). Junto a este grupo hay que señalar piezas de cocina, destinadas a la elaboración de la comida, cuya tipología, mucho más reducida, queda restringida a ollas, cazuelas, castañeras y algunas jarras.
Barniz rojo
También existía una producción indígena pseudolujosa que se distribuyó por todo el levante y sureste penínsular, así como la alta Andalucía durante los siglos IV y III a. C., la vajilla de barniz rojo ibérico, ampliamente estudiada y clasificada por el Dr. Cuadrado Díaz. Estas cerámicas tienen una tipología restringida a platos con ala y sin pie, platos tipo cuenco, pequeñas botellitas y copas y algunos grandes vasos de almacenamiento de sólidos. Todas ellas están bien documentadas en El Cigarralejo, se distinguen por el recubrimiento exterior y en el caso de los platos también en el interior, de un engobe o barniz de color rojizo cuyos tonos cubren desde el rojo intenso al granate, a veces con una gran calidad y un efecto plástico en el acabado.
Vasitos de tocador
Otro lote a reseñar son los vasitos de tocador, tan frecuentes en ajuares femeninos y que, sin duda, se utilizaron como contenedores de perfumes o aceites perfumados. No faltan los vasos plásticos en forma de paloma o granada, quizás para aceite o perfumes y grandes soportes cilíndricos, con el pie calado, para quemar productos olorosos, propios de lugares sacros como necrópolis o santuarios.
Tipología de la cerámica del Cigarralejo
Emeterio Cuadrado estableció una serie de tipologías para la cerámica ibérica fina del Cigarralejo, con 58 formas y sus respectivas variantes; 16 tipos de platos; 6 de cerámica tosca de cocina; 16 formas para la cerámica de barniz rojo y hasta 8 modelos diferentes de ungüentarios fusiformes, tablas que se completaron posteriormente por este mismo autor y Fernando Quesada Sanz, con las nuevas formas cerámicas aparecidas en las últimas campañas arqueológicas de Cigarralejo.