Los encachados
Todas las fosas de enterramiento aparecen provistas de una cubierta que sella la tumba propiamente dicha, a la vez que le sirve de protección. En el Cigarralejo una gran mayoría de las cubiertas están formadas por un empedrado de piedras tumular. El tamaño de las piedras varía, aunque siempre son las naturales de la zona, sin escuadrar ni preparar de alguna manera y trabadas con mortero de barro, en seco, colocando las de mayor tamaño en los extremos y el interior, relleno normalmente con una mezcla de piedras de menor tamaño y tierra. La forma y el tamaño de los empedrados son muy variados, llegando a distinguir su excavador Emeterio Cuadrado para esta necrópolis hasta 24 tipos distintos, con sus respectivas variantes.
Destacan las formas cuadradas y rectangulares con la superficie plana. A veces aparecen otras más monumentales de hasta cinco pisos de escalones. Las escalonadas debieron rematarse con un túmulo de adobes prismático que sobresaldría, indicando así la presencia de la tumba. Otro grupo menor remataba la superficie superior en un pináculo prismático realizado de mampuesto o con una simple piedra colocada en la punta a modo de estela. No obstante quedan algunas lagunas tipológicas, puesto que determinadas cubiertas de las sepulturas más recientes fueron destruidas por las labores agrícolas realizadas durante siglos en la zona, así como por causas naturales.
Enterramientos sin encachado
No obstante, hay un grupo de enterramientos menores que no presentaron nunca este encachado tumular por pequeño que fuera, puesto que aprovecharon para enterrar las cenizas y el ajuar funerario en los huecos resultantes entre las tumbas mayores y el espacio entre los escalones de las grandes tumbas, retirando previamente alguna piedra, con el fin de hacer el nicho un poco mayor. Se trataría de personas de un nivel económico y social más bajo o de gentes que quisieron enterrarse al ¿abrigo? de grandes personajes.
Los tamaños oscilan entre el metro de lado hasta los seis metros que presentan las dos tumbas ¿principescas?: la 200 y la 277. Con respecto a las cronologías, las de encachado tumular mayor, por regla general, corresponden a las sepulturas más antiguas, mientras que a lo largo del s. III a. C. los encachados se reducen de tamaño.
Superposiciones de tumbas
Otra peculiaridad de la necrópolis del Cigarralejo es la acumulación de tumbas existente en un espacio relativamente reducido. Se han documentado hasta nueve niveles distintos de superposición de tumbas, lo que permite deducir que las tumbas más profundas son más antiguas que las que se dispusieron encima, permitiendo dar una cronología aproximada a algunas de dichas tumbas superpuestas que no disponían de elementos de datación fiable, como puede ser la cerámica ática, al conocer la cronología de alguna de las colocadas en ambos extremos de la misma.