Tipos de Hábitats
Durante la Prehistoria se documentan varios tipos de hábitat; abrigos, cuevas, poblados en altura, poblados en llanura, diferentes emplazamientos domésticos dependiendo del período de la prehistoria en el que nos movamos
Abrigos y cuevas
Se trata del primer tipo de asentamiento estable conocido del hombre; aunque los primeros grupos humanos vivieron al aire libre, pronto buscaron la comodidad de lugares resguardados como cuevas, lugares en los que se protegían de las inclemencias del tiempo, del ataque de animales y en las cuales desarrollaban la mayor parte de las actividades de la vida cotidiana. En ocasiones, las cuevas eran compartimentadas en un intento de separar las diferentes actividades de la vida diarias.
Las cuevas solían reunir una serie de condiciones; próximas a recursos hídricos, en lugares elevados desde los cuales se pudiera controlar una amplia extensión de terreno, en zonas resguardas. La importancia de las cuevas y abrigos en la Prehistoria es tal que pronto adquirieron connotaciones sagradas. Estando ya el hombre en asentamientos al aire libre, continuaron utilizándolas como lugar de enterramiento y para realizar diferentes representaciones de arte rupestre, muchas de las cuales se interpretan como escenas de carácter ritual.
Asentamientos al aire libre
Aunque los poblados generalmente están asociados a un momento muy avanzado de la Prehistoria, a partir del Neolítico, esta perfectamente documentado que ya durante el Paleolítico Medio había algunas estructuras de vivienda al aire libre, aunque de carácter estacional. Es a partir de la revolución neolítica cuando este tipo de hábitat se generaliza; la disponibilidad de excedentes alimenticios permite al hombre establecerse en un lugar fijo, sin tener que preocuparse por trasladarse cada vez que ha agotado los recursos naturales de la zona.
Sin embargo, las preferencias a la hora de elegir un emplazamiento serán parecidas, próximo a recursos de agua, en zonas fáciles de defender y junto a vías de comunicación. La posibilidad de almacenar excedentes permite al hombre no sólo asegurar su subsistencia, también comerciar con ellos mediante trueque, consiguiendo a cambio las materias primas o manufacturas que en su región no dispone. A medida que avanza la prehistoria aumenta el tráfico comercial y por tanto un hábitat estratégicamente situado junto a una vía natural de comunicación tendrá grandes posibilidades de desarrollo.